Autodefensas
La guerra contra la delincuenciaorganizada emprendida por el sexenio de Felipe Calderón estaba soportada en una visión maniquea aparentemente convincente y fácil de vender: nadie habría dudado de que los malos eran los cárteles delnarcotráfico y los buenos, las fuerzas federales que los combatirían.
Lo que el entonces mandatario y sus estrategas nunca consideraron es que esta narrativa sería trastocada por el lopezobradorismo ycorrientes afines, mucho más diestras en la utilización de las visiones maniqueas, que lograron darle completamente la vuelta y convirtieron al gobierno federal en responsable de la muerte de miles depersonas a consecuencia de “su” guerra contra el crimen organizado. No importaba si en el mismo costal se incluía a las víctimas colaterales de la violencia y a los decesos, producto de losenfrentamientos entre cárteles. Bastaba corear cifras, 20 mil, 30 mil, 60 mil muertos, para convertir la estrategia calderonista en un fracaso a los ojos de muchos, y sin que pareciera que se estaba tomando partidopor los delincuentes.
La realidad es compleja y así tendrían que ser las soluciones. Un buen ejemplo es Michoacán, en la que la responsabilidad del desastre es compartida. A estas alturas esevidente la falta de control del gobierno estatal priista, de un Fausto Vallejo del que no se sabe qué hace ni dónde está. Pero tampoco cantan mal las rancheras el panismo, que arrancó justo en la tierrade Calderón la estrategia que hoy tiene un ineludible sabor a fracaso, y el perredismo, que permitió durante el periodo de Leonel Godoy la pérdida gradual del control por parte del Estado en favor...
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