Batallas campales de chiaraje
La inmensa pampa coloreada de amarillo por el color delichu y un cambiante cielo de nubarrones negros amenazante de lluvia fue el telón del escenario donde el aire agitado de los “chiarajeros” emanaba llamaradas de vapor al condensarse la respiración cercade los cinco mil metros de altitud, pese al frió los guerreros no sienten su efecto porque les hierve la sangre con la furia de arañar la victoria a toda costa, por eso las huaracas (hondas), losliwis al cinto con punta de tuercas y zurriagos para doblegar al ocasional rival.
Son las once de la mañana, luchadores a caballo de ambos bandos se provocan con improperios amenazando traspasar loslimites, al inmediato alarido de valor, alentados por la nostálgica voz d e las mujeres que les cantan “amas turay manchanquichu rumichicchi chayactincca,parallas chayashan ninqui” (no temas hermano sicae lluvia de piedras, solo piensa que cae la simple lluvia), salen a contestar el atrevimiento, junto a ellos salen de todas partes al unísono del pututo alcombate que en instantes toma matices debravura y total entrega, se repliegan los de Checca. A esa hora la sangre rebelde de los caneños bulle hasta el éxtasis para ver la sangre enemiga y tal vez aprisionarlos, como sucedió con la capturadeun novelluchador que fue arrastardo hacia el fortin de los Checcas.
Como al termino de un evento deportivo, los ánimos se apaciguan para retornar a las tres de la tarde, los aliados de Langui yQuehue regresan con un empate tecnico,reluciendo la audacia del alcalde de Langui, Dimas Esquivel Caballeroque desde un brioso corcel desafió las líneas enemigas.
En la tregua ultiman detalles y...
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