biografia

En las Tierras del Potos Guillermo Lora E l polifactico Jaime Mendoza fech su En las tierras del Potos en Pars, el 14 de julio de 1911. Este dato no deja de ser sugerente, el mdico, que cumpli tareas profesionales en el distrito minero de Unca, parece haberse llevado en las retinas la impresin que le dejaron la tierra y los hombres, substancialmente amargos, de las minas bolivianas . Pero, nuncadej de ser alguien que observa desde fuera una tragedia, que en ningn momento la vive ni se identifica con ella . El escrito de Mendoza es breve, desaliado es, ms bien, un relato que no tiene verdadera estructura de novela. Hay atisbos de acertadas descripciones, pero de su texto no emerge la visin del descomunal drama que son la vida del minero y, tambin, la forma dantesca en la que la claseobrera hace la historia. La imponente naturaleza no encuentra su expresin potica. En favor de En las tierras del Potos hay que dejar constancia de que se trata, como lo es todo escrito novelstico en alguna forma, por otra parte, del testimonio de un momento del desarrollo de la minera. Por sus pginas desfilan barreteros, palliris, apiris, pongos, chivatos, chirapas, lavadoras, que ahora ya no aparecenen el funcionamiento de las empresas modernas. En las tierras del Potos ingresa a las pginas de la historia de la literatura boliviana no como una bella novela, ni siquiera como un recio alegato de denuncia, sino, sobre todo, como el testimonio de la experiencia vivida por toda una generacin de la pequea burguesa ciudadana, particularmente de aquella que no pudo sobrevivir intangible a lasconsecuencias del desmoronamiento del imperio de la plata y de la crisis de la agricultura basada en la servidumbre. Nos estamos refiriendo a la experiencia que vivi necesariamente la juventud chuquisaquea venida a menos, como consecuencia de ese sacudimiento de la estratificacin social que import el desplazamiento del eje econmico, y tambin poltico, desde las minas de plata hasta las de estao, desdeChuquisaca hasta La Paz, desde la aristocracia terrateniente hasta los primeros ncleos de la burguesa comercial. A pesar de todo esto que anotamos como lados positivos de la novela de Mendoza, no ha logrado adquirir la categora de gran novela minera, que es lo que cuenta en definitiva. Si Costa du Rels es el novelista del cateador, Mendoza da las espaldas a ese perodo lejano de la bsqueda individualde las riquezas minerales y se lanza a describir lo que eran las actuales grandes empresas cuando comenzaron a cimentarse. La historia de stas, muchas de sus tragedias, tuvieron como punto obligado de referencia los manipuleos del capital financiero internacional por los canales de la gran banca. Las minas perdidas en las breas de los Andes, ostentando nombres llenos de promesas, amenazas yfrustraciones, comenzaron a aparecer, a ser conocidas y a ser acariciadas en los grandes centros de la bolsa. Todo este monstruoso enjambre de descomunales intereses, todo este satnico aparato que acta como una inconmensurable potencia que define el destino de los hombres, casi siempre ignorantes de que apenas si son arena que se mueve a merced de huracanados vientos, est completamente ausente enMendoza. Este, en alguna manera, nos transmite la vieja relacin que exista entre el pequeo patrn minero y sus poqusimos obreros una relacin casi paternal. Acaso podra invocarse tal antecedente para explicar por qu en Mendoza est ausente la clase y por qu no vemos al minero en su lugar de trabajo. Es lamentable que ese espritu tan sensible y tan de artista que era el mdico Mendoza, no hubiese tenidooportunidad de conocer al minero . Este no es nicamente el trabajador agotado, mugriento, desnutrido, que pasa algunas horas en su covacha miserable es el gigante que domina con todos sus sentidos no slo los secretos de la montaa, sino a sta misma. El minero es el que libra una cclpea y cotidiana batalla con la roca y cuanto ms dura sea sta mejor para poder afirmarse como varn. Olfatea all donde...