cabo de hornos
Capataz: José Arredondo.
Segundo: German Vásquez.
Extras: 2 señoras, y la ciudad.
_¿Cómo esta ese Punta Arenas que no veo desde hace cuatro años?
-Interrogo el segundo despuésde saludar al capataz.
_¡ Bien ¿y la sección?
_¡Sin novedad! La marca dio un resultado magnífico: ciento veinte por ciento. Llegas a tiempo para iniciar la esquila.
Al poco andar en caballo elsegundo inquirió a su compañero:
_ Te noto muy alegre y cambiado. Tu que generalmente te lo pasas como caballo, traes una risa que se te sale por los ojos-
_¡ Cuidado!, las ciudades hacen cambiara las gentes.
Lo que es a mí—Replicó el capataz---, no me cambia; al contrario, encuentro a las gentes de las ciudades preocupadas por pequeñeces, de cosas irrisorias; parece que uno las estuvieracontemplando desde lo alto alto de un cerro, como en el momento de rodear los piños.
Mi alegría se debe a otra cosa. Por desgracia, sólo se encuentra en la ciudad.
El segundo pensó en lo másextraordinario que le puede ocurrir a un campesino y le gritó:
--¿Te casaste?
¡Sí!—contesto jubilosamente el capataz y agregó------: ¡Con la mujer más hermosa de Punta Arenas!
-¿Quién es?
-¡Ya laconocerás, no te apresures! Mañana su fotografía iluminará y reinará en nuestro comedor chico. Además, una vez que la administración me arregle la casa, la traeré a Rio Raro.
El segundo se acerca aver la fotografía de la mujer, y de un extremo lo hizo encogerse apretar los puños y contraer el entrecejo. Un oscuro e indefinido dolor lo conmovió entero.
-Dios mío, es ella misma! – balbuceoy entró en su pieza, bastante aturdido.
Serenado, recobró su reciedumbre y se dirigió a sus labores.
A su paso por el corral el capataz le preguntó
--¿Qué te pareció?
--¡Muy bien!- contestóreprimido cierto temblor en la voz.
Terminadas las faenas del día, al atardecer, el joven segundo se presentó vestido de viaje en el comedor chico.
--¿Qué pasa?—le interrogo extrañado el...
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