Caperuza Roahl Dhal

Estando una mañana haciendo el bobo
le dió un hambre espantosa al Señor Lobo,
y para que la panza ya no le duela,
se fué corriendo a la casade la abuela.

<¿Puedo pasar, Señora?> preguntó muy educado
¡Y que se la come de un bocado!
Lo malo es que era flaca y tan huesudaque al Lobo no le fue de gran ayuda:

<Sigo teniendo un hambre que asusta...
¡Tendré que merendarme a Caperuza!>

Y para que la niñacayera en la trampa,
se disfrazó de abuela con una bata.
Se pintó las uñas, los labios y el pelo,
se puso falda gris, zapatitos y sombrero.Llegó por fin Caperu a mediodía
y dijo: <¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!>
<Es que así lastenemos las viejas>

<¡Abuelita, qué ojos tan grandes tienes!>
<Es que el oculista me puso pupilentes>.
Caperucita dijo de repente:<¡Y que abrigo de piel tan imponente!>

O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
Entonces elLobo le mostro los dientes
brillando cual puñales relucientes,

los ojos como brasas encendidas,
todo él lleno de impulsos homicidas.
Peroella dió un brinco -como un grillo-
¡Y sacó un revolver del bolsillo!

con calma apuntó con destreza
y -¡Pum!- le pegó un tiro en la cabeza.Y alcanzó al Lobo en punto tan vital
que la lesión le resulto fatal.

Y ahí quedó tirado el Lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.