Carta De Amy Murry
Lo sé. Estáis preocupados. Cada día, vuestro hijo llega con una historia sobre ESE niño. El
que está siempre golpeando, empujando, pellizcando, molestando, quizás incluso mordiendo
a otros niños. El que siempre va de mi mano en la fila. El que tiene un lugar especial en la
alfombra, y a veces se sienta en una silla en vez de en el suelo. El que tuvo que dejar de jugar con bloques porque los bloques no son para lanzar. El que se subió a la valla del patio
en el momento exacto en el que yo le decía que parara. El que tiró la leche de su compañero
al suelo en un arranque de rabia. A propósito. Mientras yo le miraba. Y luego, cuando le pedí
que lo limpiara, vació la caja de pañuelos ENTERA. A propósito. Mientras yo le miraba. El que soltó la más terrible palabrota en la clase de gimnasia.
Os preocupa que ESE niño desmerezca el aprendizaje de vuestro hijo. Os preocupa que
absorba mucho de mi tiempo y energía, y que vuestro hijo salga perdiendo. Os preocupa que
algún día le haga daño a alguien. Os preocupa que este “alguien” pudiera ser vuestro hijo. Os
preocupa que vuestro hijo empiece a usar la agresión para conseguir lo que quiere. Os preocupa que vuestro hijo empeore sus resultados porque quizás yo no me dé cuenta de que
le cuesta sujetar el lápiz. Lo sé.
Vuestro hijo, este año, en esta clase, a su edad, no es ESE chico. Vuestro hijo no es perfecto
pero suele seguir las reglas. Es capaz de compartir los juguetes sin pelear. No lanza muebles. Levanta la mano para hablar. Trabaja cuando es la hora de trabajar y juega cuando
es la hora de jugar. Se puede confiar en que vaya directamente al baño y regrese sin
engaños. Cree que las peores palabrotas son “estúpido” y “tonto”. Lo sé.
Fijaos, me preocupo todo el tiempo. Sobre TODOS ellos. Me preocupo por las dificultades de
vuestro hijo con el lápiz, por cómo lee las letras otro, por la timidez de esa chiquitina, y porque hay otro que lleva siempre la caja del desayuno vacía. Me preocupa que la chaqueta
de Gavin no abrigue lo suficiente, y porque el padre de Talitha le grita por dibujar la B del
revés. La mayoría de mis desplazamientos en coche y duchas las dedico a estas
preocupaciones.
Pero, lo sé, quereis hablar sobre ESE niño. Porque la B invertida de Talitha no le va a poner
un ojo morado a vuestro hijo. Yo también quiero hablar de ESE niño, pero hay muchas cosas que no puedo contaros.
No puedo contaros que le adoptaron en un orfanato a los 18 meses.
No os puede decir que está haciendo una dieta para descartar alergias alimentarias, y que
tiene hambre TODO EL TIEMPO.
No os puedo contar que sus padres están en medio de un horrendo divorcio, y que está
viviendo con su abuela.
No puedo contaros que empieza a preocuparme que la abuela beba… No te puedo contar que la medicación para el asma le agita.
No puedo contaros que su madre es monoparental, y por esto entra en el colegio cuando
abre la acogida matinal y se queda hasta la acogida vespertina, y después el viaje hasta casa
les lleva 40 minutos y por esto duerme menos que muchos adultos.
No puedo contaros que ha sido testigo de violencia doméstica. De acuerdo, decís, entendeis que no puedo compartir información personal o familiar. Sólo
queréis saber qué estoy HACIENDO al respecto de su comportamiento.
Me encantaría decíroslo. Pero no puedo.
No puedo contaros que va a logopedia, que han descubierto un retraso severo del lenguaje y
que los terapeutas piensan que las agresiones tienen que ver con la frustración por no ser
capaz de comunicarse. No puedo contaros que me veo con sus padres CADA semana, y que ambos habitualmente
lloran en estas reuniones.
No puedo contaros que el niño y yo tenemos una señal secreta con las manos para que me
diga cuando necesita sentarse solo un rato.
No puedo deciros que pasa el descanso acurrucado en mi regazo porque “me hace sentir
mejor oír tu corazón, señu”. ...
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