carta de una desconocida
se despertó la mujer, una mujer enamorada de ti para siempre.
“-¿ Quién es?-“ preguntó mi amiga.
“Al punto no puede contenerme. Me resultaba imposible pronunciar tu nombre; desde
aquel momento habíase convertido para mí en algo sagrado, en un secreto, y le contesté
fríamente:
“-¡Uno de los tantos queviven aquí!-“
“-¿Y por qué- preguntó mi amiga en un son de burla y con toda malicia de una niña
curiosa-¿Te has puesto roja cuando te ha mirado?-
“Yo sentí que sus burlas rozaban mi secreto y me puse aún más sofocada. La turbación
me impulsó a la grosería:
“-¡Idiota!- le dije furiosamente.
“Me dieron ganas de matarla. Pero ella se echó a reír más burlonamente todavía, yo
sentí que lágrimas deira impotente se me agolpaban en los ojos. Me separé de ella y subí
las escaleras.
“Te quiero desde aquella hora. Sé que muchas mujeres te han dicho esto mismo y que
estás acostumbrado a manjares deliciosos. Pero cree que nadie te ha amado con un amor
tan de esclava, tan desinteresado, como aquella niña que yo era y que siempre he seguido
siendo para ti, pues nada en el mundo se parece alamor, inadvertido para todos, de una
chiquilla oscura; amor sin esperanza, y tan servil, tan modesto, tan vigilante y apasionado
como jamás puede llegar a ser el de una mujer ya hecha que, aunque sin quererlo, está
llena de deseos y exigencias. Únicamente los niños solitarios pueden ir acumulando todos
sus amores; los demás van gastando sus sentimientos en charlas mundanas; los van
perdiendo enconfidencias mutuas, pues han oído y leído mucho acerca del amor como un
juguete, y de él se jactan como los chicos de su primer cigarrillo. Pero yo no tenía a nadie a
quien confiarme, nadie podía instruirme o guiarme: era una inexperta sin cuidado, y por lo
mismo iba precipitada hacia mi destino. Todo cuanto en mi interior iba brotando aspiraba
sólo a ti, como hacia el ser más íntimo. Mipadre había muerto hacía muchos años, mi
madre me parecía una extraña, siempre en sus eternos recuerdos de viuda pensionista;
odiaba el trato con las amigas del colegio, que tomaban a broma lo que para mí era una
pasión. Por lo mismo, todos mis sentimientos concentrados, no compartidos con nadie,
eran para ti. Tú significabas para mí -¡Cómo podré explicarme, si cualquier comparación
resultapobre!,- tú eras para mí mi única vida. Nada en mi existencia cobraba sentido sino
refiriéndome a ti. Cambiaste toda mi existencia. Distraída y mediocre colegiala hasta
entonces, pasé a ser la primera; por la noche leía y leía libros, pues sabía que a ti te
gustaban, y un día, con asombro de mi madre, comencé mis ejercicios de piano,
pensando que quizá te agradara la música. Yo misma hacía misvestidos para presentarme
con agradable aspecto, y un delantal de colegio (un antiguo vestido de mi madre), que
tenía en el lado izquierdo un remiendo cuadrado, me resultaba odioso. Temía que lo
vieses, y lo ocultaba bajo la bolsa de los libros, al subir la escalera. ¡Qué tontas
precauciones, pues casi nunca me veías!
“A pesar de todo, yo no hacía otra cosa que esperarte y vigilarte. Había ennuestra
puerta una ventana redonda por la cual yo veía la tuya. Aquella ventana – no sonrías,
querido, que aun hoy mismo no siento vergüenza de aquellas horas- era el ojo del mundo
Carta de una Desconocida Stefan Zweig
para mí; en aquella antesala fría, con miedo de que mi madre lo sospechase, permanecía
sentada, con un libro en las manos, tardes enteras, durante meses y años. Me hallabasiempre cerca de ti, esperándote o siguiéndote; pero tú no podías darte cuenta, no
podías prestarme más atención que a la cuerda de tu reloj, que en la oscuridad de tu
bolsillo va contando pacientemente las horas; que te acompaña a todas partes con sus
imperceptibles latidos, semejantes a los del corazón y al que sólo muy de cuando en
cuando lanzas una hojeada entre millones de segundos. Sabía...
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