Carta a Benedicto XVI

Temuco,
Papa Emérito, Benedicto XVI
Presente
Estimado Papa
En Roma, el 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, del año 2009, quinto de su Pontificado, al año siguiente de iniciada la Crisis Económica del 2008, usted nos entregó su Encíclica “Caritas in Veritate”. Por segunda vez tengo el gusto de comentar una carta suya dirigida a “todos los hombres y mujeres de buenavoluntad”.1.2
En esta ocasión quiero empezar el comentario a su Encíclica, ‘de atrás para delante’3, es decir donde usted la termina; esto es desde la Conclusión. El orden ‘alverre’, me sedujo por deformación profesional pues como médico primero toco el cuerpo humano biológico que incluye lo anímico, y de ahí sigo a la familia, empresa, recreación y comunidad, para después pasar a la política y terminarcon el misterio de Dios, suma de todos los bienes; método inductivo según Santo Tomas el Apóstol. Después de comentar la Conclusión, glosaré lo que estimo significativo de cada uno de los Seis Capítulos de su Encíclica para finalmente analizar la Introducción y rematar haciéndole una propuesta acerca del título.

CONCLUSION
En el último párrafo de su Enciclica, usted solicita a la “….VirgenMaría, proclamada por Pablo VI Mater Ecclesiae y honrada por el pueblo cristiano como Speculum iustitiae y Regina pacis, nos proteja y nos obtenga por su intercesión celestial la fuerza, la esperanza y la alegría necesaria para continuar generosamente la tarea en favor del «desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres» (124)

Pedir a la Virgen María, “….continuar….”, sí, así usted lo dice:“continuar generosamente la tarea en favor del «desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres»” es una propuesta que desestima, pues no ignora, que el desarrollo que la Iglesia Católica inspiró en los países cristianos de Europa y desde ahí desplegado por el mundo, ha entrado en grave crisis como usted mismo lo enuncia en su Encíclica: “se ha de reconocer que el desarrollo económico mismo haestado, y lo está aún, aquejado por desviaciones y problemas dramáticos, que la crisis actual ha puesto todavía más de manifiesto. Ésta nos pone improrrogablemente ante decisiones que afectan cada vez más al destino mismo del hombre, el cual, por lo demás, no puede prescindir de su naturaleza. Las fuerzas técnicas que se mueven, las interrelaciones planetarias, los efectos perniciosos sobre laeconomía real de una actividad financiera mal utilizada y en buena parte especulativa, los imponentes flujos migratorios, frecuentemente provocados y después no gestionados adecuadamente, o la explotación sin reglas de los recursos de la tierra” (32)

Si, “…problemas dramáticos…”, poco que continuar y mucho que innovar. Para hacerlo, empezaré por preguntarme, ¿que nos hizo llegar este punto deinequidad entre los hombres y de estos con el ambiente natural? Entre las muchas causas le propongo abordar una, responsabilidad del papado: la llamada ‘cultura cristiana occidental’. Esta se desplegó por el mundo y, como tal, configura aún a la gente mediante patrones de conducta o moral que actúan como mecanismo de control social.
Para hacerlo, de alguna manera, voy a seguir su consejo.Usted nos dice en su Encíclica: “Nos preocupa justamente la complejidad y gravedad de la situación económica actual, pero hemos de asumir con realismo, confianza y esperanza las nuevas responsabilidades que nos reclama la situación de un mundo que necesita una profunda renovación cultural y el redescubrimiento de valores de fondo sobre los cuales construir un futuro mejor. La crisis nos obliga arevisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las negativas. De este modo, la crisis se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo. Conviene afrontar las dificultades del presente en esta clave, de manera confiada más que resignada” (33)
Se trata de ir a los “valores de...