Carta a mis Padres

Ayer, pasaba por nuestra vieja cuadra, miraba la tienda, aquella tienda que fue siempre escenografía testigo, pasiva, callada, un poco reservada pero siempre presente; Tan general, indistinta, común y terriblemente homónima a las miles existentes a lo largo de las interminables calles, sin embargo era esa, no era una más, no resultaba extraña o ajena, me evocó la reminiscencia de aquel tiempo deconversaciones imposibles, en que dibujábamos risas, derrochábamos la música e improvisábamos las más mágicas obras de arte en una travesura, Alrededor miraba un emplazamiento sin número de escenarios, recintos, puestos, sitios y lugares, puntos y rincones tan iguales, tan distintos y tan particulares. ¿Cuántos de ellos fueron cuartel, guarida, escondite, centro de comando y hasta pista deaterrizaje?¿cuantas historias podrían contar?¿de cuánto me acordare?¿de cuánto no?¿cuantos misterios quedarán velados en aquellos lugares?

Les he de confesar que más de mil fueron las aventuras y ocurrencias que se omitieron en el relato nocturno de las aventuras de la jornada, una pelota perdida, unos pesos extraviados, una pelea furtiva y hasta algún llanto soterrado. Sé que lo saben. ¿Cómo nosaberlo si me conocen tanto?¿y cómo olvidar aquellas horas si acontecían en el tiempo de la cena. Cientos de ellas, miles de olores, miles de sabores, miles de colores, por supuesto, cada uno acompañado de ineludibles consejos bien recibidos o no tan gustosamente aceptados, escuchados por la buena o escuchados por la mala, a fin de cuentas, siempre escuchados. ¡Claro! La experiencia era repetida,aparentemente por arte de magia, en horas, días o semanas las predicciones solían tornarse en realidad: una vez más tenían razón.
He aquí una confesión más. Siempre les creí, siempre confié, siempre tuve la tranquilidad, la extraña seguridad y la firme esperanza de que en sus consejos podía estar tranquilo. Lo increíble, lo verdaderamente sorprendente y lo que admiro tanto es en cuanto me hanayudado, y no hablo de los tiempos aquellos, hablo del transcurso de este viaje y de este viaje hay un par de cosas que me gustaría confesarles, mucho mejor dicho, compartirles.
Les cuento que fue pasando el tiempo me encontré en un mundo menos mágico con olor a humedad y polvo, donde los ladrillos, las tejas y las estrellas seguían siendo los mismos, ahora con una atmósfera de ruido y distraccionesviolentas. Me encontré envuelto entre atropellados habitantes del mundo moderno. Anhelantes todos ellos de paz interior, deseosos de experimentar estados más o menos temporales de euforia y bienestar. Me encontré en un mundo donde el mundo de la ciencia, el arte y la cultura no se encontraba en disputa con el mundo de mercaderes y mercenarios, de dinero y de riqueza, me encontré en un mundo dondela ciencia y el mercado ofrecían agentes de felicidad, “paz espiritual” de origen químico, donde aquellos confundidos habitantes se convertían en hombres-juguetes de substancias, más felices pero también más débiles, pagando la experiencia con monedas de dignidad.
Me encontré también siendo un hombre moderno, igualmente ofuscado, igual mente confundido e igualmente en búsqueda de aquellassensaciones. Sin embargo en vez de consumir substancias decidí consumir viejos consejos y no solo encontré aquellos que buscaba, resultó entonces muy claro que en definitiva no era más hombre aquel ser humano recostado sobre el suelo. Tampoco resultaron eruditos y mucho menos sabios aquellos extáticos y delirantes compañeros, ciertamente elocuentes, pero muy poco convincentes, certeros o contundentes. Meencontré mejor, en el mismo mundo, ahora menos turbado con más claridad y orden.
Les cuento que conocí a una mujer que cabía en mi abrazo, mis manos y mis ojos. Cabía también en mi mirada. Y en su mirada, sus ojos, sus manos y su abrazo me envolvían. Fuimos cuerpo y alma, almas del cuerpo y cuerpos del alma. Engendramos secretamente un amor que desconocíamos. Y la amé y me amó, y me desamó y...