Castigos_corporales_Escuela_primaria_fuente

Páginas: 3 (545 palabras) Publicado: 11 de mayo de 2016
Juan Pedro Ramos (1910), Castigos corporales. Historia de la Instrucción
primaria en la República Argentina (1810-1910), Atlas escolar, . Buenos Aires,
Jacobo Peuser, págs. 87-88.
“Me refería unanciano de Córdoba el siguiente hecho: su maestro, un viejo sesentón
de muy buenas costumbres, de una dulzura angelical para hacer comprender a sus
discípulos el Silabario usual y las páginas delcatecismo de Astete, sufría de tiempo en
tiempo, algo así como ataques de una ferocidad fría, metódica, que se disfrazaba de
buenos modales, de palabras dulces, cariñosas, pero que no engañaba a ninguno desus alumnos porque se exteriorizaba en un hecho previo, como en Don Juan Felipe
Ibarra, el tirano de 30 años en Santiago del Estero, una vincha sujetando las sienes.
Cuando el maestro venía así,envinchado, a la escuela, el terror dominaba a todos los
niños que preveían las consecuencias, siempre idénticas en todos los casos, pero
feroces, de aquel malhumor irremediable. Entraba a clase, sonriente yanimado;
distribuía a todos pequeños golpecitos amables en las mejillas; hablaba con suavidad,
con remilgamiento de frases repletas de diminutivos en forma tal que, cualquiera, de
escuchar afuera sehubiera admirado de tanta bondad, de tanta melifluidad amorosa.
Media hora, una hora, a veces, pasaba así. Cada uno de los niños se disimulaba lo
más posible tras la mesa, no tosía, no hablaba nohacía ruido al dar vueltas las hojas
del silabario ó del catecismo, no respiraba casi. De pronto el viejo miraba a toda la
clase y elegía, callado, una víctima, que se levantaba más muerto que vivo. Salíacon
él, se aproximaba al fondo de la casa, donde en un corral tenía atados tres perros
enormes, hacía entrar en él al niño y lo obligaba a subir a una especie de cruz que
servía de descanso, o cosaparecida, a unas cuantas palomas. Una vez allí el elegido,
lo hacía afirmarse al travesaño horizontal de la cruz y soltaba a los tres perros. Estos,
que eran feroces y veían allí la presa, se...
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