Charles Darwin
Por entonces, Darwin realiza estudios geológicosponiendo en ellos el meticuloso cuidado propio de un científico. No obstante, al igual que los demás, el joven es presa de una fiebre de aventura y una sed de contornos indefinidos. Primero, alrecalar en Brasil con el resto de la tripulación, había quedado fascinado por la espesura tropical. Sus sonidos guturales y extraños le infundieron miedo y sorpresa a la vez, y en ese corazón verdoso ysalvaje, su vista se deleitó con el colorido de increíbles especies animales. En verdad, no hay mentira al decir que sólo un puñado de ingleses osaron cambiar a la reina, la ciudad y su bruma eterna poraquel lugar inhóspito, sumido en una atmósfera bochornosa y variopinta. Nuevamente a bordo del HMS Beagle, todos enfilan hacia Bahía Blanca, donde Charles Darwin hará un hallazgo más impresionante quela selva y los habitantes de Brasil.
En una de sus largas caminatas exploratorias, el joven geólogo se topó con una pila de huesos de tamaño descomunal; sin duda alguna, los toscos huesospertenecieron a mamíferos extintos miles o millones de años atrás. Delante de los fósiles inertes una pregunta lo asaltó: “¿aquellos monstruos se esfumaron así como así, no dejando otro rastro más que esastristes osamentas desperdigadas por el suelo?” Charles Darwin, a quien le iba pareciendo menos fructífero investigar capas de tierra que el destino de las especies, decidió emprender una tarea más...
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