Chupelatin

Eran las 4 de la madrugada del sábado, el sol seguía escondido. Una espesa neblina cubría las calles de *inserte nombre de ciudad*, queapenas se podía ver a menos de 2 metros de distancia. La escena se enfoca en una diminuta plaza de un barrio. Las hamacas se balanceabansolas debido a la brisa del viento y en el metal brillaban gotas de rocío a la luz de la luna llena.
La figura de un joven se asomó depronto. Se podía notar que iba borracho por su forma de caminar. Se tambaleaba de un lado a otro, deteniéndose cada tanto para no perderel equilibro. Un mareo fuerte le dio vueltas la cabeza, haciéndole perder el poco equilibrio que tenia, tanto que tuvo que aferrarse alos postes de hamacas más cercanos para no caer. Se sostuvo por varios segundos, y cuando sintió que el mareo se había ido, siguiócaminando.
No alcanzó a caminar 4 pasos cuando tropezó y cayó al suelo. Pero no fue por su falta de equilibrio, sino que fue algo resbaladizoque al pisarlo provocó su caída. El muchacho tanteó sus pies en la oscuridad buscando aquella cosa que lo hizo caer. Palpó con sus dedosuna vieja goma que estaba enredada en sus pies, y con poco esfuerzo se la quitó. Resultó ser una vieja máscara de goma, húmeda y manchadacon barro.
La máscara era blanca y lisa. Solo tenía las dos perforaciones para los ojos y unas pequeñas rasgaduras alrededor. El