Cincuenta
Kate es mi compañera de habitación y ha elegido el día de hoy, de todos los días posibles, para sucumbir a la gripe. Por lo tanto, no puede asistir a la entrevistaque había quedado de hacer, con algún magnate mega-industrial del que jamás he oído hablar, para el periódico escolar. Así que me he ofrecido voluntaria. Tengo exámenes finales con los que quemarme laspestañas, un ensayo que terminar, y se supone que vaya a trabajar esta tarde, pero no, hoy tengo que conducir doscientos sesenta y cinco kilómetros hacia el centro de Seattle para reunirme con elenigmático Gerente General de Grey Enterprises Holdings Inc. Como un excepcional empresario, y muy importante benefactor de nuestra universidad, su tiempo es extraordinariamente precioso —mucho másprecioso que el mío— pero le ha concedido una entrevista a Kate. Una verdadera oportunidad, me dice ella. Malditas sean sus actividades extracurriculares.
Kate está acurrucada en el sofá, en la sala.—Ana, lo lamento. Me tomó nueve meses conseguir esta entrevista. Tomará otros seis meses volver a programarla, y ambas nos habremos graduado para entonces. Como editora, no puedo dejar pasar esta...
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