Coju

Páginas: 25 (6051 palabras) Publicado: 12 de noviembre de 2012
Roberto Rubiano Vargas
(1952)
ROBERTO RUBIANO VARGAS NACIÓ EN BOGOTÁ EN 1952, Y DESDE 1982 RESIDE EN QUITO, ECUADOR. ES ESCRITOR, FOTÓGRAFO Y REALIZADOR DE CINE. ENTRE SUS OBRAS FIGURAN EL LIBRO DE CUENTOS GENTECITA DEL MONTÓN (1981), LA NOVELA UNA AVENTURA EN EL PAPEL (1988) Y LA SELECCIÓN DE TEXTOS ALQUIMIA DEL ESCRITOR (1991). OTROS DOS TEXTOS SUYOS YA ESTÁN TERMINADOS: EN LA CIUDAD DE LOSTIEMPOS PERDIDOS Y LA COLECCIÓN DE RELATOS UN DOMINGO ANTES DEL FIN DEL MUNDO. CON EL INFORME DE GALVES Y OTROS THRILLERS OBTUVO EL PRIMER PREMIO EN EL II CONCURSO NACIONAL PARA LIBRO DE CUENTOS CIUDAD DE BOGOTÁ, EN 1992.
Los Papeles de Juan de la Cuesta
A COCA PONCE
Así como los ingenuos necesitan de los pícaros y los inteligentes buscan a los estúpidos, a mí me tocó en suerte tropezarcon Herr Ortmann, mi lamentable complemento.
Hasta el día en que lo conocí, yo era una persona que aceptaba la redondez de la tierra a falta de mejores teorías, las mujeres no me hacían daño y aspiraba a una vejez tranquila dedicada a los estudios cervantinos. Herr Ortmann, en cambio, era un hombre con fe, un creyente, un hombre peligroso.
Sucedió hace unos años, al egresar de launiversidad. En ese entonces, al igual que ahora, había poco oficio para un abogado novato y la única oferta de trabajo que me habían hecho era conduciendo un taxi en horario nocturno. Entonces fue cuando un pariente de mamá me ofreció la oficina.
Era en un edificio viejo, en el centro, cerca de la Plaza de Bolívar. Tenía cuanto podía necesitar. Un sofá tapizado en cuero, escritorio, teléfono, unamáquina de escribir y un archivador.
El pariente de mamá no la utilizaba nunca y tampoco necesitaba el escaso valor de su arrendamiento. Me la ofreció como un auxilio familiar.
Llevé mis libros de derecho, el código, un grabado que me había regalado un amigo que estudia en la Nacional, algunas revistas para entretener a los hipotéticos clientes y una cafetera recién comprada en Unicentropor mamá.
Una vez allí, me dediqué a explorar a Cervantes. Una deuda que tenía conmigo mismo desde la universidad. Yo era fiel a aquella premisa que señala que detrás de todo abogado hay un poeta, un político o un ladrón. En mi caso, pretendía sólo cumplir la primera norma.
Los días pasaban tranquilos porque una oficina vacía, cuando no se siente la frustración de estar cesante, es unbuen lugar para ocultarse de los demás y así evitar las responsabilidades de la vida cotidiana.
Había hecho dibujar en el vidrio esmerilado de la puerta mi nombre y profesión con letras doradas. En medio de ellas observaba las siluetas borrosas que se escurrían taconeando por el corredor. Nadie se detenía frente a mi puerta, por lo que me dedicaba a leer a Cervantes sin incomodar a nadie. En lastardes venía Pilar, una amiga de la universidad con la que hacía el amor sobre el sofá tapizado en cuero.
Los demás inquilinos de mi piso consistían en una dermatóloga que hacía abortos clandestinos, un mercader de monedas raras, dos esmeralderos y Herr Ortmann. Entre todos no reunían ni diez clientes cada día.
Tampoco yo tuve muchos durante los dos años que permanecí allí. En cualquiercaso, no necesitaba ganar mucho dinero porque tenía una pequeña renta (soy huérfano de padre) y podía pagar mis cigarrillos y las libretas donde apuntaba los poemas que escribía cada tarde después del almuerzo.
A mis vecinos los fui conociendo de uno en uno, más por aburrimiento que por razones profesionales.
El numismático apareció un día con un tablero de ajedrez bajo el brazo.—¿Juega? —preguntó a modo de saludo.
Yo asentí.
Instaló el tablero sobre mi escritorio y con amabilidad me ofreció las blancas. Jugamos diecisiete partidas sin cruzar palabra hasta que pude excusarme. Perdí dieciséis e hice tablas en una.
Nunca volvió. Supongo que debido a mi bajo nivel ajedrecístico.
Los esmeralderos vinieron para que les hiciera el papeleo de una compañía...
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