CONTADURIA PUBLICA
Omitir del debate público los valores éticos que hacen posible la democracia es, además, peligroso. Más todavíacuando las instituciones que proveen las reglas del juego están sujetas a revisión y emiten señales confusas, ansiosas quizá de poner orden pero incapaces de conseguirlo, porque nadie sabe exactamente a qué atenerse, hasta dónde llegar, en qué sitio está la frontera entre el cinismo y la audacia. Sin valores de referencia y sin debate público sobre esos valores, la tentación de fijar normas con elúnico objeto de repartir el poder entre poderosos puede ser tan grande como el riesgo de que al final del día, en efecto, lo logren.
Cada época acuña y protege sus propios valores. Aunque hay referencias clásicas, antiguas y perdurables, lo cierto es que los seres humanos tendemos a actualizar nuestras claves de interpretación sobre el mundo que nos rodea. Hacemos nuestro lo que consideramosmejor y desechamos aquello que nos perturba. Esto es normal: forma parte de la historia que se hace todos los días, mediante la tensión constante entre las ideas y los hechos. Pero en tiempos de cambio, las referencias tradicionales pierden sentido: las viejas certidumbres se agotan y no es fácil construir un diálogo inteligente. Por eso han fracasado tantos movimientos sociales que prometíanmucho, pero carecían de sustento en valores claros de referencia. Olvidaron la ética: es decir, la causa orientada por un mapa de ruta, que no sustituye a la acción, pero que resulta indispensable para guiarse sin dudas; para entender lo que está pasando; y también para decidir oportunamente en dónde hay que detenerse.
A su vez, ese mapa también ha de responder a criterios éticos. Es decir, ha deasumirse a sí mismo como una representación ideal; como un memorándum de los valores y los principios que nos ayudan a civilizar nuestras relaciones y a hacer posible la comunicación y el entendimiento. Un mapa que guía, pero no impone; que indica el camino, pero no obliga al viajero; que es producto de una deliberación compartida, pero se niega a convertirse en Inquisición. Un mapa: unareferencia, un apoyo. Pero necesario para saber dónde estamos y adónde queremos ir.
II
En términos llanos, la ética pública apela a los valores que hacen posible la convivencia. Y en ese sentido se separa de la moral privada. Si los valores son generales, las virtudes lo son de los individuos. Y esas fronteras que separan lo público y lo privado, y lo individual de lo colectivo, representan tal vez elmayor desafío para comprender y asumir una posición ética definida. En principio, sabemos que esa distinción entre lo público y lo privado pertenece al mundo moderno.
Antes, esos dos planos se confundían y se entrelazaban, y por eso la conducta privada era al mismo tiempo una prueba de las cualidades del hombre público. Los clásicos querían que el poderoso fuera al mismo tiempo virtuoso: elcoraje, la templanza, la prudencia y la justicia eran las cualidades deseables en cualquier ser humano, y por eso se pedían, con mayor razón, a quienes tenían la obligación de gobernar.
Pero esto ya no es así: si la vida privada de los políticos llama la atención pública en nuestros días, es acaso por una curiosidad morbosa, propia de una filosofía de los paparazzi: el precio que cobra la fama....
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