Cronicas Marciana"El Marciano"(Septiembre Del 2005)
El marciano
Las montañas azules se alzaban en la lluvia y la lluvia caía en los largos canales, y el viejo La Farge y su mujer salieron de la casa a mirar.
-La primera lluvia de la estación -señallóó La Farge.
-Qué bien -dijo la mujer.
-Bienvenida, de veras.
Cerraron la puerta. Dentro se calentaron las manos junto a las llamas. Se estremecieron. A lo lejos,a través de la ventana, vieron que la lluvia centelleaba en los costados del cohete que los había traído de la Tierra.
-Sólo falta una cosa -dijo La Farge miráánndose las manos.
-¿Qué? -preguntó su mujer.
-Me gustaría haber traído a Tom con nosoottros.
-Oh, por favor, Lafe.
-Sí, no empezaré otra vez. Perdona.
-Hemos venido a disfrutar en paz nuestraa vejez, no a pensar en Tom.Murió hace tanto tiempo... Tratemos de olvidarnos de Tom y de todas las cosas de la Tierra.
La Farge se calentó otra vez las manos, con los ojos clavados en el fuego.
-Tienes razón. No hablaré de eso nunca mmáás. Pero echo de menos aquellos domingos, cuando íbamos en automóvil a Green Lawn Park, a poner unas flores en su tumba. Era casi nuestra única salida.
La lluvia azul caía sobre lacasa.
A las nueve se fueron a la cama y se tendieron en silencio, tomados de la mano, él de cincuenta y cinco años, y ella de sesenta en la lluviosa oscuridad.
-¿Anna? -llamó La Farge suavemente.
-¿Qué?
-¿Has oído algo?
Los dos escucharon la lluvia y el viento.
-Nada -dijo ella.
-Alguien silbaba.
-No lo he oído.
-De todos modos voy a ver.
La Farge se levantó, sepuso una bata, atravesó la casa y llegó a la puerta de la calle. La abrió titubeando, y la lluvia fría le cayó en la cara. En la puerta del patio había una figura. Un rayo agrietó el cielo; una ola de color blanco iluminó un rostro que miraba fijamente a La Farge.
-¿Quién está ahí? -llamó La Farge, tembllaando.
No hubo respuesta.
-¿Quién es? ¿Qué quiere?
Silencio.
La Farge sesintió débil, cansado, entumecido.
-¿Quién eres? -gritó, Anna se le acercó yy lo tomó por el brazo.
-¿Por qué gritas?
-Hay un chico ahí fuera en el patio y noo me contesta -dijo La Farge, estremeciéndose-. Se parece a Tom.
-Ven a acostarte, estás soñando.
-Pero mira, ahí está.
Y La Farge abrió un poco más la puerta para que también ella pudiera ver. Soplaba un viento frío yla lluvia fina caía sobre el patio, y la figura inmóvil los miraba con ojos distantes. La vieja se adelantó hacia el umbral.
-¡Vete! -gritó agitando una mano-. ¡Vetee!!
-¿No se parece a Tom? -preguntó La Fargee..
La figura no se movió.
-Tengo miedo -dijo la vieja---. Echa el ccerrojo y ven a la cama. Deja eso, déjalo.
Y se fue, gimiendo, hacia el dormitorio.
El viejo sequedó, y el viento le mojó las manos con una lluvia fría.
-Tom -llamó La Farge en voz baja-. Tom, ssi eres tú, si por un azar eres tú, no cerraré con llave. Si sientes frío y quieres calentarte, entra más tarde y acuéstate junto a la chimenea; hay allí unas alfombras de piel.
Cerró la puerta, pero sin echar el cerrojo.
La mujer sintió que La Farge se metía en la cama y se estremeció.
-Quénoche horrible. Me siento tan viejaa.... -dijo sollozando.
-Bueno, bueno -la calmó él, abrazándola--.. Duerme.
Al cabo de un rato la mujer se durmió.
Y entonces La Farge alcanzó a oír que la puerta se abría, casi en silencio, dejaba entrar el viento y la lluvia, y se cerraba otra vez. Luego oyó unos pasos blandos que se acercaban a la chimenea, y una respiración muy suave.
-Tom -dijo.Un rayo estalló en el cielo y abrió en dos la oscuridad.
A la mañana siguiente, el sol calentaba.
El señor La Farge abrió la puerta de la sala y miró rápidamente alrededor. No había nadie sobre la alfombra. La Farge suspiró:
-Estoy envejeciendo.
Salía de la casa hacia el canal, en busca de un balde de agua clara, cuando casi derribó a Tom, que ya traía un balde Reno.
-Buenos...
Regístrate para leer el documento completo.