Crítica técnicas de iluminación
Poco puede teorizarse acerca de algo que no se conoce en profundidad. Y por ello no voy ni a intentarlo. Probablemente, o mejor dicho seguramente, sea delos únicos que hablará de este afamado autor de la manera que lo haré y, con total sinceridad, no será para destacar ni para ser la típica figura rara que resalta de un conjunto uniforme. No, porquetodavía ni tengo una explicación clara del porqué realizo este trabajo voluntario, lo que me impide recapacitar sobre cuestiones que desembocarían de ello.
Por suerte, he tenido el privilegio deconocer críticos devoradores compulsivos de libros y han sido ellos, o la gran mayoría, los que me han recomendado en multitud de ocasiones a Eloy Tizón, “el más original, personal y sorprendente de losnarradores hispanos de los últimos 15 años” para Rafael Conte. Antes de nada, recalcar que esta será una crítica totalmente personal acerca de la lectura de un libro que puede llegar más o menos a esospequeños seres que se anidan en nuestro interior y que, sin ningún motivo aparente o que yo todavía no he sabido apreciar, deciden qué (y qué no) nos gusta.
Eloy Tizón es un maestro del cuento,nadie puede negar eso. Pocos como él tratan con tal cariño desgarrador las palabras, el amontonamiento armónico de cortas frases que provocan esa agilidad tan demandada a gritos por el relato breve.Tizón es de aquellos autores, como pudieron ser Dante, Rimbaud o Bolaño, que necesitaban escribir para vivir. Son aquellos cojos que sin su propio libro, sin su propia pluma, papel, palabras en generalcomo muleta, no podrían seguir caminando. Y no hay idea más principal en este autor madrileño que la de seguir siempre avanzando, sin un objetivo claro más que el triste y siempre imperanteasentamiento final, al que todos llegamos y al que nadie debería llegar, al parón, el fin de ese camino serpenteante, como la línea que atraviesa las hojas de los árboles, que tenemos (o entendemos) por vida....
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