Cuando el trabajo se hace un suplicio.
Daynn G
unabari@gmail.com
El trabajo, es una obligación, llevadera, fue concebido como un castigo bíblico: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente», ledijo Dios a Adán tras comerse la dichosa manzana prohibida. También el refranero, sabiduría popular en estado puro, nos obsequia con sentencias del tipo « A Dios rogando y con el mazo dando» o «Aquien madruga Dios le ayuda».
Tan es así, que el cese definitivo de la obligación de trabajar se llama jubilación, palabra etimológicamente derivada de «júbilo». El lugar donde se trabaja es dondepermanecemos más horas en nuestra vida consciente, mientras tenemos edad laboral -siempre y cuando hayamos tenido la suerte de conseguir un empleo. Así, resulta que de las veinticuatro horas que tiene eldía, pasamos una media de ocho durmiendo, o al menos intentándolo, y en el mejor de los casos ocho más trabajando, lo que, unido a los tiempos para almorzar y comer y el invertido en ir y volver,hacen que definitivamente, se pase más tiempo en el lugar de trabajo que en ningún otro sitio. Por eso, cuando el trabajo se vuelve insoportable, la vida se hace insufrible. Es obvio que se ha recorridoun largo camino desde que fue abolida la esclavitud, y que cada vez, las condiciones de trabajo mejoran y la dignidad en el desarrollo del mismo se garantiza de tal manera que cobra naturaleza dederecho constitucional, pero ello no es suficiente. En ocasiones, aun cuando las condiciones materiales para trabajar son óptimas, la conducta abusiva de determinadas personas en el desarrollo de larelación laboral hace que el trabajo, efectivamente, se vuelva un suplicio.
Es el acoso laboral, el denominado «mobbing», que consiste en hacer la vida imposible a alguien en el ámbito de su trabajodiario. En cualquier empresa, instituciones educativas, universidades, etc., se pueden encontrar ciertas señales de alarma que indican la presencia del fenómeno, tales como: cambios significativos sin...
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