Cuento revolucionario- autor Adad Hazel Vazquez Peña
El grito revolucionario siempre es sinónimo de cambio, delibertad o libertinaje, de novedad, de innovación pero nunca de retroceso. Rara vez de victoria, siempre con pérdidas, siempre con defunciones, héroes caen, héroes regresan, héroes que siembran esperanzacon sus gritos y alaridos de victoriosa derrota, sin embargo, la historia siempre está embarrada de espuria.
No sé qué fecha fue, no sé el día ni la hora, ni el año y difícilmente recuerdo el lugar. Unniño criollo de madre con piel honrada y oscurecida por el maltrato; y un padre de piel avellanada y cabeza al frente, infante como cualquier otro en vísperas de noviembre, del frío noviembre quearrasaba a México como su propio gobierno.
La ignorancia siempre ha de abrumarme, debo admitirlo. Mi vano interés por el pasado se refleja en mi cultura. Ha llegado un hombre nuevo, e irónicamente algoviejo, habla lo que nadie más pero piensa lo que todos. Fuera Porfirio.
Mi padre siempre ha idolatrado a Díaz, dice que es un gran hombre y mejor dirigente aún, de ideas impensables y para mi madreno es más que un tirano, en la expresión máxima de la palabra.
El gran gobierno incesante de progreso y miedo, de riquezas y penumbras. Las vías ferroviarias de represión. La evolución de un pequeñogran país a un costo muy alto.
Todos quieren derrocar al señor Porfirio, se habla de Madero, o más bien, se calla porque incluso al fruncir el ceño te marcan sospechoso.
El ambiente se volvió tensoentre mis padres. Papá golpea a mamá, y marca su piel con sus xenófobos comentarios, insulta a nuestra raza pero he aprendido a callar.
Amanece. Hace mucho frío, más de lo habitual. La catedral se hacenotar, los anti porfiristas esconden sus ideales debajo de su piel. Mamá me llama por mi nombre. Nicanor. Aquél nombre que siempre he de odiar y que mamá nunca menciona por lo mismo. El corto pasado...
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