DE LA PARRA El poder del amor
Me toca hablar del amor y de la situación del amor en occidente, por qué esto ha
sido una fuerza tan fundamental. Por qué seguimos preguntándonos, como el
cuento de Raymond Carver, al cual voy a hacer referencia, “de qué hablamos
cuando hablamos de amor”. Quiero partir con un poema de Oliverio Girondo, un vanguardista argentino de los años 20, para demostrar que el amor son
demasiadas emociones juntas y esto hace que sea extraordinariamente complejo
trabajarlo y que está muy bien colocado al final de un seminario sobre emociones.
Dice Girondo: “Se miran, se presienten, se desean/ se acarician, se besan, se
desnudan/ se respiran, se acuestan, se olfatean / se penetran, se chupan, se demudan / se adormecen, despiertan, se iluminan / se codician, se palpan, se
fascinan / se mastican, se gustan, se babean / se confunden, se acoplan, se
disgregan / se aletargan, fallecen, se reintegran / se distienden, se marcan, se
menean / se retuercen, se estiran, se caldean / se estrangulan, se aprietan, se
estremecen / se tantean, se juntan, desfallecen / se repelen, se enervan, se
apetecen / se cometen, se enlazan, se entrechocan / se agazapan, se apresan, se dislocan / se perforan, se injertan, se atornillan / se desmayan, reviven,
resplandecen / se contemplan, se inflaman, se enloquecen / se derriten, se sueldan,
se calcinan / se desgarran, se muerden, se asesinan / resucitan, se buscan, se
refriegan / se rehúyen, se evaden y se entregan”. Con esto está dicho todo. Ahora haré un poco de ruido culto para intentar hablar de algo que siempre hablan
mejor los artistas, en este caso un gran poeta argentino, Oliverio Girondo. La
historia del amor, porque el amor tiene historia, es compleja de seguir. Es la
historia, a veces como director de una carrera como literatura, me parece que el
amor es como la historia de la palabra, o sea los amantes están tan preocupados
siempre de hablarse, “necesito llamarte, necesito que nos veamos, necesito conversar, quiero decirte que te amo, por favor, dime que me amas”. Este decir
permanente, parece que tiene que ver con el aspecto espiritual del amor. Hay otros
aspectos: la ternura, el erotismo, el sexo, que parecen tener que ver más bien con la
historia del tacto y con la historia del cuerpo. La historia de la literatura arranca desde tanto tiempo esta visión del amor, una visión que, como veremos, es
compleja, y tiene maneras de amar a lo largo del tiempo que no siempre son
iguales, y que privilegian una emoción u otra o un género u otro. Platón, ya hace
bastante tiempo… (voy a hablar exclusivamente del amor en occidente, no me
pidan que hable además del amor en oriente, me pondría en serios aprietos si me meto en el budismo o en el imperio de los sentidos, o entender porqué el budismo
tántrico funciona de cierta manera y porqué no hay que eyacular y guardar el
semen, no me pregunten tanto. No sé si quiera si tienen el mismo concepto de
amor a pesar de los relatos maravillosos que uno puede tomar de oriente. Somos
occidentales). En el banquete de Platón hay un diálogo muy bonito respecto del
origen de Eros: se celebraba el nacimiento de la belleza, de Afrodita, y entonces Poro, el recurso, hace el amor con Pernia, la pobreza. Y de esa unión nace Eros, el
amor. Y nos recuerda esto que el amor va a estar siempre ligado, por un lado lo
bello, a la fascinación, a la idealización; por otro lado, la maña, al recurso, a
conseguir las cosas de cualquier manera contra viento y marea; pero por otro siempre con la pobreza, el desamparo, la sensación de que aquél que se enamora
ha entrado por una puerta a la felicidad y por otra a la desdicha más inmensa. El
que se atreve a amar sabe que entra a correr altos riesgos. La consulta más
frecuente en el último tiempo –y es raro esto–, es de hombres y mujeres exitosos
laboralmente, que les va muy bien, que hacen MBAs, que toman cursos de ...
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