De Seductor De Plazuela a Vergüenza Pública: El Ocaso De Alan García

Páginas: 7 (1724 palabras) Publicado: 17 de julio de 2011
De seductor de plazuela a vergüenza pública: el ocaso de Alan García
En 1982, yo era un periodista imberbe que trataban de abrirse paso en un territorio hostil y tribal. En esa época yo laboraba como redactor en el semanario Kausachum, cuyo director, Augusto Zimmermann, había sido secretario de prensa del general Juan Velasco. Entre 1968 y 1975, ese militar de voz ronca y modales de labradorpresidió en el Perú un gobierno militar inusual: puso en marcha reformas económicas que, en todo caso, fracasaron simplemente porque los militares no sirven para dirigir revoluciones sino más bien para combatirlas.
Zimmermann, que perdió el trabajo cuando Velasco fue depuesto, era un amante apasionado de las conspiraciones. Un día antes del cierre de edición, se desaparecía durante horasinterminables, mientras nosotros esperábamos impacientes que completara su nota para enviar el material a la imprenta. Zimmermann escribía una columna curiosamente llamada "Servicio de Inteligencia". En ella, el director ponía datos "de adentro" y que los lectores devoraban con morbosidad y fascinación. Zimmermann nos hizo creer que se reunía con un grupo de militares rebeldes que lo "dateaban" sobre eldescontento que existía dentro de las fuerzas armadas por la traición del presidente Belaunde, que desmontó las reformas que puso en marcha Velasco. Muchos años después supimos que ese grupo de militares "progres" eran una sola persona, un individuo siniestro llamado Vladimiro Montesinos. Zimmermann volvía de sus reuniones como quien retorna de una orgía tumultuosa, despeinado y eufórico. Se encerrabaen su oficina, sometía a su máquina de escribir a un tecleo salvaje, y salía una hora después con las carillas llenas y el semblante satisfecho. La columna era un hit. Muchos de esos datos parecían las invenciones calenturientas de un militar megalómano, pero en esa época sonaban a verdad. Nos llamaban periodistas de otros medios para tratar de averiguar de dónde salía la información, y muchos deesos amigos que sabían que yo trabajaba en Kausachum, me trataban como si yo fuera el centinela de secretos impenetrables.
En esa época, Luis Gonzales Posada, cuñado de Velasco (era hermano de su viuda) frecuentaba las oficinas del semanario como un agente viajero que nos quiere vender, a como dé lugar, una aspiradora que no necesitamos. La aspiradora era, en realidad, un joven diputado delpartido aprista de nombre Alan García. Este parlamentario de estatura intimidatoria y mirada de cormorán, que había tenido una actuación destacada en la Asamblea Constituyente, que la dictadura en retirada del general Morales Bermúdez convocó en 1979 para redactar una carta magna que remplazara ese anacronismo legal que era la constitución de 1933, ahora desafiaba al gobierno de Fernando Belaúnde conla lozanía de sus ideas reformadoras. García provenía de esa camada de encantadores de serpiente que eran criados en el semillero aprista en las artes del discurso público, algo en lo que el líder del partido, Víctor Raúl Haya de la Torre, era un maestro incomparable. Los discursos de esa generación de apristas nuevos que se alimentaban del mito de Haya de la Torre eran efectistas, seductores peroinsinceros. Y García fue uno de los mejores alumnos de esa escuela que elevó la demagogia al olimpo del arte político. Zimmermann aceptó entrevistar a García, para deleite del "cuñadísimo" (mote con el que bautizaron a Gonzales Posada por el poder que tenía durante el gobierno de Velasco).
Alan llegó a las oficinas de Kausachum sin corbata pero rodeado de asesores. Uno de ellos, Hugo Otero, erael director de una agencia de publicidad que vendía jabones y cuentas bancarias con la habilidad de un malabarista chino. Otero había dirigido campañas publicitarias para las compañías más grandes del país con una efectividad aterradora. Otero sería uno de las pocas personas que acompañó a García en los días del exilio, años después, y cuando al futuro ex-presidente le quedaron pocos amigos,...
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