Debo decirte algo

Carta al que me hizo una mamada
Te limpiabas la cara y escupías hacia un lado mi ADN que manchó tu boca. Presumí en el interior que regresaste a verme después de hacerlo, la oscuridad no me dejabamirar pero sentí que lo hacías.
Me vi rodeado de repente por muchos hombres que caminaban en su histeria de aquí para allá, buscando complacer caprichos pasionales; cientos de cuerpos que serefregaban unos con otros buscando debajo de la cintura aquello que les convencía como complaciente. Lo repudié. Me repudié por ser uno de ellos y, aunque amo hablar de lo que me pertenece, esto no se tratahoy de mí, se trata de ti.
Entiendo que ni siquiera te vi sentado, que pasaba buscando quien me baje la calentura y me tomaste de la mano para que acercase mi pelvis a tu boca. Prometo que intentéverte la cara, descubrir tu edad, algún reflejo en tus ojos que te pueda delatar, mas aún nada. Me conformé, por supuesto, con que saques mi sexo y jovialmente te lo metas a la boca; casualmente, unacto tan sencillo cumplía mis expectativas.
¿Quién eres? ¿Por cuánto tiempo haces este tipo de cosas? ¿Te gusta? ¿Gimo más fuerte? Eran preguntas que tu sudor me las hacía. No encontré mejor respuestaque agarrarte del cabello y atragantarte con mi miembro.
Succionabas realmente bien, cabe recalcar, y mi imaginario te ubicó como un bebé tomando del seno de su madre, lactando dulcemente, llorandopor un poco de leche. Vi así como una lágrima se te había salido por una arcada y te agarré más fuerte el cabello como consuelo.
Tranquilo pequeño, aquí y ahora puedes lamer tus problemas y repetir losvaivenes del universo con tu lengua. Giras en el sentido del reloj porque no sabes hacia donde más ir, supongo, das mil vueltas en tu pequeño carrito y aruñas mi trasero intentando aferrarte a algo.No sé a qué edad se aprende eso de los aferramientos. Te toco las orejas para que no escuches tus pensamientos y lo sigas haciendo al mismo ritmo. No pares nene que la noche se acaba y ninguno...