Dedos En La Nuca
La música surgió de ninguna parte. Las puertas del museo secerraron. Los miles de turistas que visitaban las inmensas galerías quedaron atrapados. Se esparció el temor. Las personas comenzaron a gritar y a correr sin sentido de una parte a otra. Ella se movía al sonde la música.
Un ruido de lanzas golpeando contra el suelo, de espadas de bronce y acero chocando contra escudos de madera y ruin metal, aturdió a la multitud. Tambores de piedra se unieron a uncoro de voces profundas y pétreas. La gente quedó paralizada. La estruendosa y delirante cascada de sonidos aumentó en amplitud y locura.
El miedo postró al público. Presagio del terror que se avecinóinmediatamente sobre ellos. Sólo aquella hembra de ojos y cabellos azabaches, de tez blanca como la nieve, continuó deslizándose por los corredores a la vista de los infortunados que observaban subaile sensual y frenético.
Las estatuas se pusieron de pie y alzaron sus armas. Volvieron a la vida y lucharon ferozmente unos contra otros: Hermanos contra hermanos, príncipes contra reyes, diosescontra dioses y semidioses. Brazos, piernas y cabezas rodaron por doquier. Hombres, mujeres y niños allí presentes sollozaron en medio de la batalla y padecieron aplastados. La sangre manchó los pisos.Aquellos renacidos de la piedra y del bronce pisaron los cráneos y los cuerpos. La desesperación se alzó en un solo grito que quebró el silencio más allá de las paredes del museo. Era el grito de la...
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