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UN GRAN HÉROE
Yo vivía las afuera de Carrera Blanca, el centro neurálgico de todo el impero, en una pequeña granja con mi familia y algunos campesinos más. Vivíamos en una modesta casa hecha de arcilla, madera, barro y piedra con mi madre y mi hermana. Por desgracia mi padre murió cuando yo era aún muy pequeño, por culpa de una grave herida sufrida en el campo de batalla. Nos ganábamos la vidagracias al campo y los cultivos que cada primavera recolectábamos, pero rápidamente se nos iba el dinero de cada cosecha cuando teníamos que pagar los desproporcionados impuestos que el rey nos obligaba a pagar. Y eso no era todo, en la frontera se habían oído rumores que un gran guerra del este que se aproximaba y que todos caeríamos en las sombras. Aunque solo eran rumores la gente empezaba adesconfiar de los forasteros y rara vez les dejaban entrar en la comarca.
Yo sin embargo no me creía esos rumores o leyendas que contaban los soldados ya que eran propensos o exagerar las cosas para atraer la atención de los niños y que les escuchaban. La villa seguía su rumbo ajena a los males que acechaban en el este. Pero todo cambio cuando un día el comandante de la guardia del rey, Ducem,publicó un manuscrito que obligaba a todos los hombres de Ventalia, lugar que abarcaba todo el impero del rey, que fueran capaces de portar un arma de ir a la guerra y luchar por el honor del rey. Fueron de casa en casa arrebatando a los padres y los hijos de sus hogares y alistándolos en el ejército en contra de su voluntad. Pasaron varios días hasta que pasaron por mi humilde granja y mientrasdescasábamos llamaron a la puerta. Abrió mi madre la puerta y se vio entonces una silueta de un hombre alto, fuerte y rudo. Entro en la casa y me miro fijamente a los ojos y tras unos eternos segundos me dijo que le acompañase. Cuando salí vi un enorme carruaje tirado por cuatro caballos donde al parecer transportaban a los reclutados y a donde me obligaron a entrar. Al entrar vi a muchos niños queapenas habían vivido lo suficiente para experimentar la dureza de una guerra y que no se merecían ir a allí.

Tras varias semanas alimentándome a base de carne y pan duro llegamos al Falkeath en la frontera entre Ventalia y Tesalia. Tesalia era un gran tierra devastada dominada por los barbaros Capas de la Tormenta, que era una raza de brutos y sangrientos hombres que les cegaba la sed desangre el poder de dominar y someter a su voluntad otras razas. Los Capas de la Tormenta habitaban primero en Riften al sureste de Tesalia pero se trasladaron cerca de la frontera y la cruzaban cuando les iba en gana. Teníamos que pararlos rápidamente o dentro de poco empezarían a quemar nuestras aldeas y robarnos nuestros cultivos y dinero. Era una tierra extremadamente peligrosa y no era buena ideaaventurarse en ella.
El campamento donde nos trajeron estaba lleno de pequeñas tiendas de campañas donde cada uno dormía con otro compañero y con una empalizada echa de estacas de madera con un foso delante suyo por si recibíamos un ataque nocturno. A mí me toco dormir con Crassa, un rudo y honorable imperial, que venia de Soledad, una ciudad situada al norte de Ventalia. En el campamentopasaron los días rápidamente y casi no me entere de lo que sucedía, ya que, solo podía pensar en mi familia y en lo que perdí ahí y posiblemente en lo que nunca volvería a recuperar si no salía con vida de aquella fatídica guerra. Nos obligaban a entrenar duramente, día y noche para que fuéramos los mejores guerreros.
Pasaron dos meses y no recibíamos ningún mensaje de nuestras familias o de lo queocurría en el frente. Nos empezábamos a cansar de esperar y se oían rumores de todo esto había sido un engaño. Pero un día por la noche nos convocaron a todos en el campamento principal para decirnos un algo muy importante. Y en efecto lo que todos más temíamos ocurrió, los Capas de la Tormenta nos habían publicado la guerra. Y por desgracia el motivo por el que no hallábamos allí era el de luchar...