Dioses desconocidos
Cicerón escribió buena parte de su producción filosófica entre los años 45 y 44.
Apartado de la lucha política y sumido en la depresión que le causó la muertede su
hija, buscó el antídoto, como él mismo afirma, en la filosofía. Sobre la naturaleza de
los dioses pertenece a este período en el que un hombre de acción —casi, y sin
saberlo, al finalde su vida— busca refugio en el pensamiento filosófico. De lo que se
deduce que sus aportaciones a tal pensamiento no podían contener la originalidad ni
el carácter sistemático de lo quepodríamos llamar el filósofo profesional. «Algunas
personas han sentido la curiosidad de saber cuál ha podido ser la causa de este
repentino interés mío por la filosofía», comenta Cicerón en las primeraspáginas de
Sobre la naturaleza de los dioses (tratado que, por cierto, está dedicado a Bruto);
para, más adelante, aducir que su interés viene de lejos y que la filosofía está presente
entoda su obra. Cosa que es realmente cierta y que permite comprender al Cicerón
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filósofo.
En primer lugar, Cicerón no pretendió ser original en su pensamiento (nadie en la
época,por lo demás, lo pretendía; el postaristotelismo aporta la gran precisión y, en
todo caso, la revisión de los exégetas y comentaristas). Y en segundo lugar, como
orador y político, acudió a lafilosofía preocupado en el fondo por hallar una
fundamentación ética de la acción. Ambos puntos se engarzan de hecho en lo que es
una idéntica característica de la mentalidad romana: el rechazode soluciones
abstractas, el interés por las conclusiones antes que por las premisas de un problema;
la preocupación, en suma, por los aspectos prácticos, que otorgó una preeminencia a
lascuestiones jurídicas —para los romanos se trató, antes que nada, de construir un
Estado eficiente—. No ha de extrañar, pues, la afinidad de la cultura romana con el
pensamiento estoico —en...
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