Dioses Griegos
CORO. — ¡Que yo haya sufrido esto! ¡Ay! ¡Que yo, con mi antigua sabiduría, viva en esta tierra, como un ser sin honor y detestable! ¡Ay! ¡Rabia y rencor infinito contiene mi aliento! ¡Ay! ¡Ay de mi Tierra! ¡Ay! ¿Qué dolor me traspasa el costado? ¡Oye, madre Noche!: ¡Irresistibles engaños de dioses me han arrebatado, sin consideración, antiguos honores!
ATENEA. — Soportaré tu enfadoporque eres más vieja y mucho más sabia por ello que yo. Pero también a mi me ha concedido Zeus el no estar mal de inteligencia. Si vosotras os vais a un país en que habite otra gente, echaréis de menos esta tierra —os lo vaticino-, pues en su constante fluir, va a venir un tiempo de gloria para este pueblo. Tú tendrás una sede honrosa junto a la morada de Erecteo y conseguirás de las procesiones delos varones y las mujeres lo que jamás podrías lograr de otros mortales. Tú, en cambio, no arrojes contra este país piedras de afilar que arrastran consigo la sangre, con daño para las entrañas de la gente joven, cuando se encuentra enloquecida por resoluciones que no causa el vino. Tampoco arranques a los gallos sus corazones para implantarlos en mis ciudadanos, ocasionando un Ares interno en laraza pleno de mutua arrogancia. ¡Que la guerra sea sólo exterior —nunca es difícil su presencia—y que en e l la exista un apasionado amor por la gloria! (No me estoy refiriendo al combate del ave doméstica). Bienes de esa clase te es posible recibir de mí: hacer beneficios y recibirlos, ser objeto de veneración y participar de esta tierra, la predilecta de los dioses.
CORO. — ¡Que yo haya sufridoesto! ¡Ay! ¡Que yo, con mi antigua sabiduría, viva en esta tierra, como un ser sin honor y detestable! ¡Ay! ¡Rabia y rencor infinito contiene mi aliento! ¡Ay! ¡Ay de mi Tierra! ¡Ay! ¿Qué dolor me traspasa el costado? ¡Oye, madre Noche!: ¡Irresistibles engaños de dioses me han arrebatado, sin consideración, antiguos honores!
ATENEA. — No me cansaré de decirte los bienes que puedes tener, paraque nunca digas que tú, una diosa antigua, has sido privada de honores y desterrada de este suelo por una más joven —por mí— y por los mortales que habitan en esta ciudad. Así que, si para ti significa algo la santa majestad de Persuasión, si mi lengua te calma y te hechiza, puedes quedarte aquí. Pero, si no quieres quedarte, no podrás descargar con justicia contra esta ciudad tu cólera o tu rencoro algún daño para su pueblo, porque tú puedes por siempre recibir honores con toda justicia, como partícipe de esta tierra.
CORIFEO. — Soberana Atenea, ¿qué sede dices que puedo tener?
ATENEA. — Una libre de toda clase de dolor y pena. Acéptala.
CORIFEO. — Ya la he aceptado. ¿Qué honores me aguardan?
ATENEA. — Tan importantes, que no podrá prosperar ninguna casa sin tu ayuda.
CORIFEO. — ¿Yvas a obrar de modo que pueda yo alcanzar tan gran poder?
ATENEA. — Haré que vayan siempre derechos los asuntos de quien te venere.
CORIFEO. — ¿Y me darás garantía de ello para todo el tiempo futuro?
ATENEA. — Sí, porque lo que yo no cumplo, lo callo.
CORIFEO. — Tengo la impresión de que vas a hechizarme. Ya estoy deponiendo mi resentimiento.
LUCIANO, Diálogos de los dioses V. Zeus y...
Regístrate para leer el documento completo.