Doble cara de la corrupción en Perú

Corrupción: un fenómeno de doble cara
Curso: Ideologías Políticas

“La corrupción a gran escala o se da cuando las normas favorables al desarrollo, tanto formales como informales – las reglas que protegen los derechos de propiedad, reducen los costos de transacción, desalientan la manipulación rentista extraeconómica (rent seeking) y garantizan los pesos y contrapesos políticos-, soninexistentes, están distorsionadas o se muestran inestables. En consecuencia, la falta de disuasivos adecuados impide contener comportamientos oportunistas (free rider behavior) y despóticos, las costumbres rentistas o las ventajas monopólicas de aquellos que tienen acceso al poder político, la Administración Pública y los privilegios económicos”1. Alfonso Quiroz utiliza este marco para su libro sobre lacorrupción en el Perú, el cual, si bien deja de lado posturas culturalistas y pragmáticas que bien podrían ser tomadas en cuenta como un ejercicio de análisis, su propuesta sobre la corrupción contiene una referencia liberal que, además de ser diseñada dentro de un estudio para la realidad peruana, responde a los intentos de comprender la corrupción dentro de una democracia (que pretende ser)liberal.
Sin embargo, tal marco de interpretación no permite vislumbrar una dinámica existente en el Perú respecto a la corrupción, si no es que esta también se encuentre presente a nivel latinoamericano. Es posible detectar una suerte de valoración dicotómica de aquel que ejerce un acto de corrupción, llamémosle el “corrupto”, en el Perú. Por un lado, se encuentra el impulso de exigir un acto decastigo para el corrupto a un nivel que, incluso, niega sus derechos como persona y puede llegar a una suerte de deshumanización de la persona, la cual es considerada como perteneciente a un nivel inferior que solo merece desprecio. Por otro lado, este tipo de exigencia de justicia es acompañado de un pragmatismo y desencanto generalizado con el establishment político, así como con las vías derepresentación y participación existentes, que decanta en una aceptación de los actos de corrupción dentro de la clase política como su modus operandi intrínseco el cual ya “forma parte del oficio”. Es decir, es de particular interés analizar la dinámica de la aceptación pragmática de la corrupción junto con la deshumanización de aquel que la aplica, de lo cual se podría desprender, tentativamente,que el aire de desafección política no se encuentra tan profundamente enraizado; sino que todavía existe una constante y fuerte capacidad de indignación. A partir de tal punto todavía se podría hablar de un contexto donde es posible, aunque sea a nivel en sí, la existencia de una clase política digna que pueda ser aceptada por la sociedad.
Paralelamente, para la Comisión de Alto NivelAnticorrupción (CAN)2, la corrupción se puede definir como el “uso indebido del poder para la obtención de un beneficio irregular, de carácter económico o no económico, a través de la violación de un deber de cumplimiento, en desmedro de la legitimidad de la autoridad y de los derechos fundamentales de la persona”. Esta tiene un efecto dañino en el crecimiento económico y en la distribución de la riqueza.Sin embargo, otra posible hipótesis pudiera ser que ya se haya abandonado la cosa pública como un elemento que pueda ser objeto de análisis y/o de crítica que no llegue a más que publicaciones en los diarios por un máximo de una semana, donde la condena hacia el corrupto sea un fuerte rasgo de personalismo y búsqueda de soluciones “desde fuera del sistema” que deja en el aire los intentosprogramáticos y organizativos de gobierno por parte de los partidos y/o movimientos , una coyuntura que equivaldría no solo a un desinterés hacia la corrupción generalizada; sino, al sistema en sí mismo y toda acción que este pueda tener, lo cual solo deja espacio a la puesta en escena de outsiders y/o políticos personalistas que puedan tener rasgos populistas. Vale aclarar que, debido a la naturaleza...