ECOLOGIA
Al aproximarse la entrada en vigor del Protocolo de Kyoto sobre la reducción de los gases vinculados al recalentamiento global, la administración Bush insiste en rechazarlopor considerarlo demasiado costoso para la economía estadounidense y entender que se basa en hipótesis discutibles.
Mientras, la Casa Blanca es cada vez más criticada, incluso por la mayoría republicana en el Congreso y por algunos estados de la Unión, que consideran su abordaje medioambientalista demasiado sumiso, según afirman los que crítican las prioridades de competitividad económica.
"Ninguna iniciativa de Bush puede responder seriamente al problema de la explosión de las emisiones contaminantes en Estados Unidos", estimó Alden Meyer, de la "Union of Concerned Scientists",una influyente asociación de científicos.
Meyer afirmó que los programas voluntarios de reducción de esas emisiones, presentados en 2002 por Bush, no han ejercido ningún efecto hasta ahora,pero observó que el gobierno se sigue oponiendo a limitar las emisiones de gas carbónico, principal responsable del efecto invernadero en la atmósfera terrestre.
Poco después de asumir su primermandato, en enero de 2001, Bush había rechazado la ratificación de Kyoto en perfecta armonía con el Congreso, cuya mayoría por entonces le era hostil.
La resolución conjunta presentada por elsenador republicano Chuck Hagel y el demócrata Robert Byrd, aprobado por el Senado por unanimidad en 1997, estipulaba que el gobierno no debería firmar un acuerdo en Kyoto obligando Estados Unidosa reducir sus emisiones de gas, sin que se obligara a países en desarrollo, como China, a asumir las mismas obligaciones.
La otra condición planteada por ese texto era que el Protocolo de Kyoto -concluido en 1997- no resultara "seriamente perjudicial a la economía estadounidense". Según los cálculos de aquella época, la adhesión al Protocolo habría costado cinco millones de empleos...
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