Eeeh, Agsgj

Suicidios.
1.-
Entró a la tienda, aquel hombre alto y esquelético, de aspecto mórbido por las ojeras y las arrugas causadas por la falta de sueño. Esa falta de sueño causada por millones de preocupaciones, esas arrugas guardaban el peso de un ex convicto, que había salido hace dos años de aquella cárcel por buen comportamiento, que en realidad había entrado ahí por una mala decisión, por noescuchar los consejos de su ya difunta madre, por creer ciegamente en la amistad que lo apuñaló en el momento preciso para arruinar su vida entera. La cajera le miró, en la mirada el hombre vio desprecio y miedo, como siempre. Sólo tomó un dulce, lo pagó y salió de la tienda. Ni siquiera recordaba porqué estaba en la calle, en la acera estorbando a la gente con sus ajetreadas vidas, rápidos van,rápidos vienen, siempre tienen prisa. A un señora con un bebé se le cayó un pañuelo, justo al lado de éste hombre de un aspecto no tan agradable; Ésta era su oportunidad, aquí, en esta pequeñez se demostraría a sí mismo que no era inútil en su totalidad, que aún quedaba una esperanza, que no merecía tirar la toalla, que aún podía seguir intentando tener una vida decente. Se agachó y tomó el pañuelo,ya le estiraba la mano a la señora, para demostrarle que era un buen ciudadano ¡un caballero! Y la señora huyó, se esfumó, se alejó diciendo – ¡pervertido!, y tapando con una mano los lados de su falda. ¿Por qué? ¿Por qué las personas no podían darle una oportunidad? ¿Por qué se la ponían tan difícil? Ya no importaba, era costumbre, era algo habitual ser rechazado una y otra vez, el hombredesistió. Dejó el pañuelo en el piso y siguió su camino, su camino sin destino. Mientras caminaba se reprochaba cada detalle, cada minúsculo error que lo había llevado a donde estaba ahora. Su madre, tantas veces le insistió – No salgas con esos muchachos hijo, no te confíes. Son delincuentes. Y él siempre contestaba con un bufo o la dejaba hablando sola, a su pobre madre quién lo había criado con tantadedicación, que tal vez no pudo darle la mejor ropa, o los mejores juguetes, pero siempre estuvo ahí. Y lo pensamientos corrían y corrían, pero él se detenía, se detuvo y vio la escalera de una de las estaciones del metro ¿tanto había caminado? El tiempo pasaba rápido mientras recordaba, pensó. Bajó aquellas escaleras, aún recordando el amor de su madre, con una ligera sonrisa que parecía pintada ensus labios, pero en esa mirada solo podías ver dolor, peso, carga. Y vaya si era tonto, que no sabía en que dirección tenía que ir, para llegar a su casa, así que se acercó a la cabina de información. – Disculpe… No había terminado de hablar cuando la señora que estaba detrás de él, le gritó a su hijo – ¡Aléjate de ese hombre, Daniel! Y el pequeño se alejo corriendo, con cara de asustado, como uncachorrito con el rabo entre las patas, y la señora continúo – ¿Que no ves que es un hombre peligroso? Vámonos. Y tomó al chiquillo del brazo, arrastrándolo para alejarse del sujeto. Entonces nuestro hombre, se maldijo a sí mismo, se había olvidado bajar las mangas de su suéter. Si no las bajaba se hacía notorio un tatuaje. No un tatuaje cualquiera, de los que se hacen los jóvenes por moda, no.Éste era diferente, era notorio que había sido marcado en la cárcel, que había sido una marca de por vida, un recordatorio del peor momento de la vida de aquél sujeto. No se molestó en preguntar, se acercó al sitio en donde se esperaban los trenes, se sentó en el piso. Su vida nunca iba a cambiar, su vida ya no valía, su vida era un recordatorio en el que día a día se le escupía en la cara y se legritaba ¡No vales la pena! No iba a cambiar, no era posible. Ya le había fallado a la sociedad, lo sabía; Pero ¿Ya no había pagado él su deuda? Porque pasó varios años en la cárcel, se supone que su deuda estaba saldada, si. Entonces era la sociedad quién le fallaba ¿no? No importaba, no importaba si la falla no era de él, lo único que se podía saber era que nadie le iba a dar una segunda...