El apogeo del claroscuro


El apogeo del claroscuro

Es ya un acto de temeridad bastante terrible
el meterse en una justa contra un poeta,
ya sea con medios de la misma naturaleza;
cuán más peligroso aún el intento si las armas
son desiguales. El glorioso maestro tenía todo
el arsenal de la palabra... Tan sólo he escrito
un fino libreto en el que indico lo más
someramente posible la pantomima de losbailarines y bailarinas, con la música y los decorados,
tal como se los imagina más o menos mi espíritu.
Me he atrevido, doliente e incluso realmente enfermo,
a luchar con el gran Wolfgang Goethe que me había
de antemano arrebatado la novedad del tema.
Sintiéndolo mucho sin duda, he tenido que
respetar las exigencias de mi plan...

Carta de henri heine, con ocasión de su ballet Dr. Fausto.FAUSTO, DE MURNAU (1926)
El comienzo de esta película presenta lo más notable, lo más impresionante que ha creado el claroscuro: la densidad caótica de las primeras imágenes, esa luz que nace en las brumas, esos rayos que atraviesan el aire opaco, esa fuga orquestada visualmente como por órganos que resonarían en toda la extensión del cielo cortan la respiración.
La forma luminosa de unarcángel inquietante se opone al demonio cuyos contornos, a pesar de las tinieblas, tienen un grandioso relieve. El mismo Jannings, que encarna a ese demonio, renuncia al histrionismo, se despoja de esos artificios naturalistas habituales, y por una vez es dominado; el demonio surge verdaderamente primordial como lo era el día de la creación del mundo. (Ello no impedirá que Jannings, el demonio que habajado a la tierra, muestre de nuevo sus mímicas llenas de fatuidad y exaspere como de costumbre al espectador no alemán.)1
Ningún realizador, ni siquiera Lang, ha sabido presentar de manera tan magistral lo sobrenatural en un estudio. ¿Es un manto de demonio lo que cubre la ciudad entera con sus enormes pliegues o acaso no es más bien una nube gigantesca que se cierne sobre ella? ¿Van lastinieblas demoníacas a devorar la claridad divina? ¿Dónde están los límites de esos grandiosos fenómenos?

* * *

La cámara de Carl Hoffmann proporcionará a la parte terrestre de esta película esa plástica extraordinaria capaz de impregnar de diabolismo hasta la tela de un traje. Antes de transformar a su Mefisto en caballero español inundado de seda, el artista sutil que es Murnau confrontará alpobre diablo, especie de villano medieval en blusón de frunces, con el rico burgués Fausto, vestido con una amplia capa recamada en la que los reflejos se mueven ampliamente en grandes pliegues aterciopelados. Por momentos la cota de Mefisto parece una corteza deshecha, raída por las sombras, y ese traje, como modelado en barro quita a Mefisto toda apariencia humana. (El pequeñocampesino aparece de repente, al igual que el Scapinelli de El estudiante de Praga, como una criatura infernal.)
Al igual que Paul Wegener y Arthur von Gerlach Murnau posee el arte de evitar, gracias a las luces, que los trajes de sus películas tengan ese aspecto de viejos llegados directamente de la guardarropía. (Salvo en el case del Fausto rejuvenecido, demasiado hermoso y un poco soso, así como enel de Jannings, caballero obsequioso del baile de disfraces.)
En la “Studierstube”, la sala de trabajo de Fausto, aún subsiste la luz nebulosa y flotante del comienzo. No hay ningún contraste arbitrario, ni esos contornos demasiado acentuados ni esas sombras artificialmente talladas a las que tienden tan a menudo los cineastas alemanes. Las formas surgen de las brumas suavemente luminosas,opalescentes. Si bien Murnau recuerda la luz que inunda a Fausto en el grabado de Rembrandt, interpretará a su manera el papel de las luces. Los contornos imprecisos se oponen ahora a la evocación de lo sobrenatural del comienzo; y las armonías se establecen como si emanaran de un teclado cuyo pedal invisible prolonga las resonancias. En el auditorio, el viejo Fausto se erige inmenso ante el...