El Canto de Ulises Divina Comedia

Por Pedro José Aulestia


Cuando Ulises cruza los límites prefijados del mundo, el cielo se trastorna de mar y se contemplan solo las estrellas del polo recién abandonado, detrás del peñón deGibraltar (Infierno, Canto XXVI, 127-129); el barco no ha descendido, ha descendido el mar que lo rodea, como un advenimiento de los subterráneos. El cielo se ahoga lentamente en el horizonte polar, lasestrellas se van quedando atrás; los marineros contemplan como a través de un cristal empañado –el de la vigilia, el de los breves, remanentes sentidos- a la luna declinar cinco veces (Infierno,Canto XXVI, 131-132); pero ya no hay camino en un mar sin estrellas: al acercarse Ulises con altivo y terrestre leño a las profundidades oceánicas del misterio, se aleja furtivamente del cielo. Dios haceentonces silencio y calla la luz, el lenguaje de sus estrellas. En el inconsolable naufragio (Infierno, Canto XXVI, 136-142) Ulises advierte desde sus ojos azarados -confundidos por el vaho de lossentidos y de la razón- la infranqueable terra nova de un dios desconocido y dolorosamente verdadero, su montaña altísima y oscura; Alguien, admite Ulises del dios nuevo, como se admitió ingeniosamenteNadie –Outis- en la morada de Polifemo (si bien Dante no leyó nunca la Odisea, y ambos Ulises guardan una distancia casi hermética el uno del otro, este episodio ampliamente divulgado pudo haberllegado a su conocimiento).

¡Alguien! –repito, ahora conversa o trastocada, la inocente mentira de Polifemo herido- ha dado límite a la sombra y a la luz tibia del amanecer, ha empañado los ojos delhombre para que no pueda entrever el lenguaje íntimo de las flores o las montañas. En este mundo vedado por límites de infinita precisión es donde Dante encuentra las huellas ligeras de lo divino: si elhombre habitara solo entre certezas, en un paisaje despoblado de criaturas inciertas, acaso el parto de María habría sido en vano (Purgatorio, Canto I, 1-15) o acaso toda forma de dolor es un...