El desfile de los muertos

El Desfile de la Extinción
Una Historia Original de Zombis por Max Brooks
Traducción: Fonfe69

Nosotros los llamamos submuertos, y para nosotros, eran poco más que una broma. Son
lentos, torpes y estúpidos. Muy estúpidos. Nunca los consideramos una amenaza. ¿Por qué
deberíamos hacerlo? Ellos han existido junto a nosotros, debajo de nosotros más bien,
llameando como brasas desde que losprimeros humanoides bajaron de los árboles. Fannum
Cocidi, Fiskurhofn, todos hemos oído las historias. Uno de nosotros hasta ha afirmado que
estuvo presente en el Castra Regina, aunque nosotros principalmente le consideramos un
cuentista. A través de las eras hemos sido testigos de sus torpes erupciones y de las
igualmente torpes respuestas de los humanos. Nunca fueron una seria amenaza, ni paranosotros ni para humanos que devoraron. Siempre han sido una broma. Por lo tanto me reí
otra vez cuando escuché de un pequeño brote en Kampong Raja. Laila me habló de ello en
aquella cálida, tranquila noche de hace diez años.
“Esta no es la primera vez. En este año, quiero decir” Su tono era medianamente interesado,
como si estuviésemos discutiendo cualquier otro fenómeno natural extraño.“Otros han
estado hablando, sobre Tailandia y Camboya, quizás hasta Burma.” De nuevo, me reí, y quizá
dije algo despreciativo sobre los humanos, probablemente cuánto tiempo les iba a llevar
limpiar el lio. No volví a pensar en ello hasta unos meses después. Los susurros no habían
cesado. Estábamos entreteniendo a Anson, un visitante de Australia. Había venido por el
“deporte” como él lo llamaba,una ocasión para “disfrutar de los sabores locales”. Los dos
estábamos muy emocionados con Anson.Era alto, muy bello y muy, muy joven. Él no podía
recordar los tiempos antes de los cables de voz y las cometas de metal. Sus ojos sin carga
brillaban con envidiable fulgor.
“Han llegado hasta Oz,” decía, excitado como un niño. Estábamos en nuestro balcón, mirando
los floridos fuegos artificialesde Hari Merdeka por encima de las Torres Petronas. “ ¿No es
increíble?” se maravillaba, y nosotros dos pensamos que se refería a los fuegos. “Al principio
pensaba que podían nadar, y pueden, ya sabeis, no a la manera tradicional… más bien
caminando debajo del agua. Pero no es así como han acabado en Queensland. Hay algo acerca
de un bote de ilegales. Negocios sucios, he oído, todo oculto y eso.Ojalá hubiese tenido la
oportunidad de ver algunos de ellos! Nunca los he visto, ya sabeis, “en persona”.”
“Vamos esta noche!” dijo Laila de repente. Pude ver como el entusiasmo de nuestro invitado la
infectaba. Empecé a argumentar acerca de la distancia que podíamos recorrer antes del
amanecer, pero ella me interrumpió con “No, allí no. Aquí mismo, esta noche! He oído de un
nuevo brote sóloa unas horas de aquí cerca de Jerantut. Quizá debamos abrirnos paso entre la
maleza a veces, pero ¿no sería esa la mitad de la diversión?” Admito que tenía curiosidad.
Meses de rumores y toda una vida de historias estaban pasando factura. Les confesé, como me
confieso a mi mismo ahora, que yo también quería, de hecho, ver uno “en persona”.

Es fácil olvidar, cuando eres uno de nosotros, lorápido que el resto del mundo se puede
mover. Mucha jungla ha desaparecido, en lo que ha parecido un parpadeo, substituida por
autopistas, casas adosadas, y kilometro tras kilometro de plantaciones de palmeras. “Progreso,
Desarrollo.”Parece que fuera anoche que Laila y yo estábamos acechando las duras y oscuras
calles de un nuevo pueblo minero llamado Kuala Lumpur. Y pensar que la he seguidodesde
Singapur porque nuestro hogar anterior se había vuelto “demasiado civilizado”. Ahora,
mientras nuestro Lexus LSA corría veloz por un rio de asfalto y luz artificial.
No esperábamos un bloqueo de carreteras de la policía, ni la policía nos esperaba a nosotros.
No nos preguntaron dónde íbamos, ni comprobaron nuestras identificaciones, o tan siquiera
que habíamos conseguido meter a tres...