El efecto de lo real
Roland Barthes
Cuando Flaubert, al describir la sala donde se encuentra Mme. Aubain, la patrona de
Felicidad, nos dice que “un viejo piano sostenía, debajo de un barómetro, una montaña
de cajas y cartones”[1], cuando Michelet, al relatar la muerte de Carlota Corday cuenta
que en su prisión, antes de la llegada del verdugo, ésta recibió la visita de un pintor que
hizosu retrato, precisa que “al cabo de una hora y media llamaron suavemente a una
pequeña puerta que estaba a sus espaldas”[2], estos autores (entre muchos otros) crean
notaciones que el análisis estructural, ordinariamente ocupado hasta hoy en separar y
sistematizar las grandes articulaciones del relato, deja de lado, sea porque excluyen del
inventario (no hablando de ellos) todos los detalles“superfluos” (en relación con la
estructura), sea porque se tratan a estos mismos detalles (el propio autor de estas líneas
lo ha intentado)[3] como “rellenos” (catálisis), afectados de un valor funcional
indirecto, en la medida en que al sumarse, constituyen algún indicio de carácter o de
atmósfera y pueden ser así finalmente recuperados por la estructura.
Pareciera, sin embargo, que si elanálisis pretende ser exhaustivo (¿y de qué valor podría
ser un método que no diera cuenta de la totalidad de su objeto, es decir, de toda la
superficie de la trama narrativa?), tratando de alcanzar, para asignarle un lugar en la
estructura, el detalle absoluto, indivisible, la transición fugitiva, fatalmente debe
enfrentarse con notaciones que ninguna función (incluso la mas indirecta) permitejustificar: estas notaciones son escandalosas (desde el punto de vista de la estructura), o,
lo que es aún más inquietante, parecen responder a una suerte de lujo de la narración,
pródiga al punto tal de proporcionar detalles “inútiles” y de elevar así a veces el costo
de la información narrativa. Pues si bien, en la descripción de Flaubert, es posible en
rigor ver en la notación del piano uníndice del tren de vida burgués de su propietaria y
en la de los cartones un signo de desorden y abandono capaz de connotar la atmósfera
de la casa Aubain, ninguna finalidad parece justificar la referencia al barómetro, objeto
que no es ni incongruente ni significativo y no participa, pues, a primera vista, del orden
de lo notable; idéntica dificultad se presenta en Michelet, para dar cuentaestructuralmente de todos los detalles: sólo el hecho de que el verdugo suceda al pintor
es necesario a la historia: el tiempo que duró la pose, la dimensión y la situación de la
puerta son inútiles (pero el tema de la puerta, la suavidad de la muerte que golpea,
tienen el un valor simbólico indiscutible). Aun cuando no son numerosos, los “detalles
inútiles” parecen pues inevitables: todorelato, al menos todo relato occidental de tipo
corriente, posee algunos.
La notación insignificante[4] (tomando este término en sentido fuerte: aparentemente
sustraída a la estructura semiótica del relato) se vincula con la descripción, incluso si el
objeto parece no ser denotado sino por una sola palabra (en realidad, la palabra pura no
existe: el barómetro de Flaubert no es citado en sí: estásituado, incluido en un sintagma
a la vez referencial y sintáctico); con esto queda apuntado el carácter enigmático de toda
descripción, del que es preciso decir algo. La estructura general del relato, al menos la
que ha sido analizada una y otra vez hasta el presente, aparece como esencialmente
predictiva; esquematizando al extremo, y sin tener en cuenta los numerosos desvíos,
retardos,cambios bruscos, saltos y decepciones que el relato impone institucionalmente
a este esquema, se puede decir que a cada articulación del sintagma narrativo, alguien
dice al héroe (o al lector, da lo mismo): si usted obra de tal manera, si usted elige tal
alternativa, esto es lo que va a obtener (el carácter narrado de estas predicciones no
altera su naturaleza práctica). Algo totalmente...
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