El Futuro De La Doctrina Monroe

El futuro de la Doctrina Monroe
C.
De Foreign Affairs En Español, Enero-Marzo 2005

Resumen: Clásico (1924): Los ciudadanos estadounidenses afirman que no importa lo que otros piensen y que el primer deber de una nación es perseguir sus intereses legítimos, y ellos, con unas cuantas excepciones, se sienten orgullosos de la Doctrina Monroe. No debemos olvidar que hoy las democracias americanasson la regla y no la excepción; es por eso que tenemos que reconocer la opinión de los demás y convertir nuestra Doctrina en el credo de todas las repúblicas americanas y no sólo en un artículo de fe de una sola, y permitir así que se adopte abiertamente como uno de los principios básicos del panamericanismo.

Tras la firma "C" se encuentra Archibald C. Coolidge, quien fuera fundador delCouncil on Foreign Relations y primer director de la revista Foreign Affairs.
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Ahora, el centenario de la Doctrina Monroe ha sido celebrado muy a tiempo. En la literatura publicada para esta ocasión la nota dominante ha sido de satisfacción y elogio. Está claro que los ciudadanos estadounidenses, con unas cuantas excepciones, se sienten orgullosos de la Doctrina Monroe. La miran como un monumentoa la sabiduría de los padres fundadores. Creen que ha probado ser beneficiosa, no sólo para sí mismos, sino para todo el Hemisferio Occidental, sin dar pie a resentimientos legítimos en el resto del mundo porque es una doctrina de defensa, no de agresión. La doctrina ha sido y sigue siendo el escudo para muchos estados débiles. Lejos de ser "un shibboleth* obsoleto",1 está tan viva hoy comocuando fue enunciada por primera vez y se admite que es el principio fundamental de nuestra política exterior del cual ningún estadista en Washington puede desviarse ni siquiera por un pelo.
Sin duda, estas opiniones vienen con un poco más de soltura de los republicanos que de los demócratas. Se logró incorporar la Doctrina Monroe en la Paz de Versalles, pero lo fue más como una idea posterior, y ellocon el no muy inspirado nombre de "entendimiento regional". Puede que no sea incompatible con la Liga de las Naciones, pero las relaciones entre ambas requieren cierta explicación. Esta explicación la han dado los demócratas, y de hecho han tenido que seguir ofreciéndola, aunque su actitud a lo sumo es sólo defensiva, pero vigorosa; mientras los republicanos pueden hablar largo y tendido sobre lacontinuidad triunfante de la verdadera política estadounidense desde los días de Monroe y John Quincy Adams hasta los de Harding y Hughes. Ciertamente, su éxito ha sido notable y su renombre actual es grande.
Un siglo atrás, cuando se promulgó la Doctrina Monroe, aunque reconfortó los corazones de la gente en el país, su efecto en el exterior fue menor de lo que muchos han imaginado. Enrealidad, no atrae gran atención en Europa ni entusiasmo en América del Sur, ni se puede demostrar que haya tenido alguna influencia directa en la solución de las dos cuestiones que condujeron a su formulación, a saber, el intento de los rusos de extender su costa americana hacia el sur, y el plan dejado a medio camino, y pronto abandonado, de la Santa Alianza de ayudar a España en el sometimiento de suscolonias insurrectas. Pero se estableció el nuevo principio y hoy no hay ninguna nación, grande o pequeña, que no sepa que debe considerarla como el arca de la alianza de la política exterior del país más poderoso del mundo. Su aplicación está garantizada por la determinación del pueblo estadounidense con toda la inmensa fuerza, moral y material, que representa. Ningún ministro europeo está hoy enla posición de rechazar alguna de sus partes tan abiertamente como lo hizo Canning o, 60 años después, Lord Salisbury. Puede que no sea agradable en todas partes pero ha sido reconocida por los 54 estados que se han adherido a la Liga y quedan pocas dudas sobre su disposición para aceptarla independientemente de cualesquiera aspectos que queden por resolver.
La Doctrina Monroe, como siempre lo...