el jorobado

Páginas: 29 (7161 palabras) Publicado: 29 de octubre de 2013
Sir Arthur Conan Doyle

El jorobado

El jorobado
Julio de 1893

Sir Arthur Conan Doyle

Sherlock-Holmes.es
2

El jorobado

«Poned a Urías frente a lo más reñido de la batalla y retiraos de detrás de él para que sea
herido y muera.»
2 Samuel 11, 15
Una noche de verano, pocos meses después de casarme, estaba sentado ante mi chimenea,
fumando una última pipa y dando cabezadassobre una novela, pues mi jornada de trabajo había sido
agotadora. Mi esposa había subido ya, y el ruido al cerrarse con llave la puerta de entrada, un rato
antes, me indicó que también los sirvientes se habían retirado. Había abandonado mi asiento y
estaba vaciando la ceniza de mi pipa, cuando oí de pronto un campanillazo.
Miré el reloj. Eran las doce menos cuarto. A una hora tan tardía no podíatratarse de un visitante.
Un paciente, desde luego, y posiblemente toda la noche en vela. Torciendo el gesto, me dirigí al
recibidor y abrí la puerta. Con gran asombro por mi parte, era Sherlock Holmes quien se encontraba
en la entrada.
–Vaya, Watson –dijo–, ya esperaba yo llegar a tiempo para encontrarle todavía levantado.
–Adelante, por favor, mi querido amigo.
–¡Parece sorprendido y nome extraña! ¡Y aliviado también, diría yo! ¡Hum! ¿O sea que todavía
fuma aquella mezcla Arcadia de sus tiempos de soltero? Esta ceniza esponjosa en su chaqueta es
inconfundible. Es fácil observar que estaba usted acostumbrado a vestir uniforme, Watson; nunca se
le podrá tomar por un paisano de pura raza mientras conserve el hábito de guardar el pañuelo en su
manga. ¿Puede darme alojamiento poresta noche?
–Con mucho gusto.
–Me dijo que tenía una habitación individual para soltero, y veo que en este momento no hay
ningún visitante varón. Así lo proclaman los ganchos para
sombreros en su perchero.
–Me complacerá mucho que se quede.
–Gracias. Llenaré, pues, un colgador vacante. Lamento ver
que ha tenido un operario británico en casa. Los envía el demonio.
¿No sería un problema dedesagües, espero?
–No, el gas.
–¡Ah! Ha dejado dos marcas de clavos de su bota en su
linóleo, precisamente allí donde da la luz. No, gracias, he cenado
algo en Waterloo, pero gustosamente fumaré una pipa con usted.
Le ofrecí mi bolsa de tabaco y él se sentó frente a mí; durante
un rato fumé en silencio. Yo sabía perfectamente que sólo un
asunto de importancia podía haberle traído a mi casa asemejante
hora, de modo que esperé con paciencia que decidiera abordarlo.
–Veo que en estos momentos está muy ocupado
profesionalmente –comentó, dirigiéndome una mirada penetrante.
–Sí, he tenido un día atareado –contesté–. Tal vez a usted le parezca una necedad –añadí–,
pero de hecho no sé cómo lo ha podido deducir.
Holmes se rió para sus adentros.
–Tengo la ventaja de conocer suscostumbres, mi querido Watson –dijo–. Cuando su ronda es
breve va usted a pie, y cuando es larga toma un coche de alquiler. Ya que percibo que sus botas,
aunque usadas, nada tienen de sucias, no me cabe duda de que últimamente su trabajo ha justificado
tomar el coche.
–¡Excelente! –exclame.
–Elemental –dijo él–. Es uno de aquellos casos en los que quien razona puede producir un
efecto que le parecenotable a su interlocutor, porque a éste se le ha escapado el pequeño detalle
que es la base de la deducción. Lo mismo cabe decir, mi buen amigo, sobre el efecto de algunos de
esos pequeños relatos suyos, que es totalmente el de un espejismo, puesto que depende del hecho
de que usted retiene entre sus manos ciertos factores del problema que nunca le son impartidos al

3

El jorobadolector. Ahora bien, en este momento me encuentro en la misma situación de estos lectores, pues
tengo en esta mano varios cabos de uno de los casos más extraños que nunca hayan llenado de
perplejidad el cerebro de un hombre, y sin embargo me faltan uno o dos que son necesarios para
completar mi teoría. ¡Pero los tendré, Watson, los tendré!
Sus ojos centellearon y un leve rubor se extendió por...
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