El juramento en su corazon

El Juramento en su corazón
-Te daré una noticia, Manuelita- dijo Juan José Duarte a su esposa. El amigo Pablo Pujols ira de viaje al norte se América y Europa y estará un tiempo en Barcelona. ¿Qué te parece si le pedimos llevarse a Juan Pablo para que conozca mundo y realice su deseo de ampliar estudios?
Ella compartía la opinión de viejo expresada por el jefe de la familia y su amigo de quela inteligencia y las ansias de superación de su segundo hijo hacían imperativo enviarlo al extranjero a completar sus conocimientos, pero su corazón de madre sintió miedo en aquel momento ante la perspectiva de mandarlo tan lejos cuando apenas eraun adolecente.
-Eso hay que pensarlo bien- repuso ella al cabo de un breve silencio, durante elcual Juan José espero paciente la respuesta.
Alpasar unos días – creo que lo pensado bastante.
Le tengo reunido el dinero suficiente; ya es un hombrecito, y quedaría bajo la guarda del buen amigo Pujols en el recorrido. Solo me falta proponérselo, y para esto necesito tu aprobación.
-si tu lo decides, sea. Espero que Dios me lo proteja durante la navegación y en aquellas lejanas tierras. Me duele privarme de la cercanía de mi hijo, tan bueno.Juan Pablo ha dicho que su deseo no es emigrar, como tantos otros que han huido a la desgracia de haber pasado de la independencia al dominio de Haití, sino prepararse bien para servir a la instrucción y adelanto de sus compatriotas.
-Don Pablo no se negara. El me ha tratado siempre con cariño.
Cuando al otro día Juan José Duarte visito en un establecimiento vecino al suyo, en la calle de laAtarazana, a su colega y amigo el comerciante catalán, este no le dejo concluir su demanda.
-No tienes que decirme más nada, Juan José. Ya había pensando en ofrecerme para llevar conmigo a Juan Pablo. Ojala todos los ruegos que reciba sean tan gratos como este. Conozco a tu hijo y sé lo que vale.
No tardo mucho el día de la partida. Juan Pablo acariciaba en la faltriquera su pasaje y un pasaporteexpedido por las autoridades haitianas.
Ese día no cesaron el padre y la madre de darle todos los consejos y hacerle todas las advertencias imaginables, que Juan Pablo oía con respetuosa serenidad mientras los tranquilizaban afirmándoles que podían confiar en él.
Todo en la nave le era familiar a Juan Pablo. Su padre se desempeñaba como comerciante en artículos navales, en su establecimientoen la zona portuaria, y el solía visitar ese y otros barcos cuando de tarde en tarde arribaban al Ozama. Conocía como un marino el complejo conjunto de detalles que integran una embarcación, y a cada cosa le sabía su nombre, acostumbrado como estaba a verlas, venderlas y asentarlas en los libros de contabilidad. También conocía esa extensa lista de voces acumuladas por los siglos para designar losdiferentes lugares de a bordo y los diferentes mandos, tan necesario para las órdenes del capitán puedan ser breves y rápidamente comprendidos y cumplidos.
El joven viajero no se había mareado en anteriores salidas al mar en balandros de cabotaje, pero no sabía cómo se portaría su cabeza y su estomago en una larga navegación como la que emprendía. Apenas durmió esa noche en su reducido camarote ymuy temprano en la mañana siguiente salió sobre cubierta enfrentando con éxito el continuo cabeceo del bergantín mientras fijaba la vista en la costa de su país, en el que alternaban blancas playas coronadas por cocoteros y obscuros arrecifes.
Fuertemente asido al pasamano, observo que el capitán salía de su cámara y cambiaba un lado con el protector, que inmediatamente se convirtió en animadaconversación.
Dio unos pasos hacia ellos entre tímido y amistoso.
El estado independiente de Haití era mucho más poblado que Santo Domingo y heredaba la riqueza de la prospera colonia francesa que antes había sido, al tiempo que el formidable armamento dejado por la fracasada expedición enviada por Napoleón a la isla a someter a Toussaint Louverture a principios de siglo, el país dominicano,...