El lugar de la democracia*

El lugar de la democracia*
Un deseo profundo de quien escribe y de muchos de los millones de ciudadanos que nos dirigiremos a las urnas el próximo domingo, es el de poder disfrutar de un sistemademocrático absuelto de culpas y deméritos en su función pública. ¡Ah cosa difícil! Si por el lado del gobierno que termina, nos llevará mucho tiempo superar el legado costoso de turbiedades ypolitiquerías, difíciles de igualar -sobre todo por las múltiples aquiescencias a particulares con recursos públicos, los trámites reeleccionistas y por la inocultable tolerancia a la mafia paramilitar, entreotros episodios-, por el lado de las maquinarias políticas, de quiénes saldrán los nuevos inquilinos del Congreso de la República, se avizora un poco de lo mismo. Y a juzgar por la dudosa eficacia delas normas electorales y la parca intención por parte de la mayoría de candidatos de luchar contra el clientelismo y las malas prácticas, lamentablemente nuestra ambición sugiere ser una lejana utopíaen el sentido real de la palabra.
Cuando Tomás Moro introdujo el neologismo Utopía (1516) en el libro del mismo nombre, quiso describir una sociedad perfecta, ubicada en una isla imaginaria, quebasaba su convivencia en la existencia de una ordenación natural, jurídica y moral, universalmente aceptada por todos sus habitantes. Sin embargo, el significado etimológico de la palabra, “en ningúnlugar”, del griego ou (no) y topos (lugar) y que fue una crítica severa a las aventuras expansionistas del Estado de Inglaterra durante la dinastía Tudor, ha sido adoptado erróneamente por nuestro lenguajepara describir algo lejano, imposible e inexistente. Considerando lo complejo que resultaría que nuestra democracia estuviera regida por reglas de transparencia y equidad en el juego de la política, elpanorama cercano plantea para los nuevos representantes la necesidad de introducir un espacio nuevo para la democracia, y para los ciudadanos, un ejercicio responsable de participación.
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