el machismo



Aquel era un día como tantos otros. No hacía ni calor ni frío, el sol brillaba. Nadie sabe por qué, pero a veces, ocurren cosas extraordinarias. No son grandes cosas como ver un OVNI, o que se aparezca la virgen a unos pastores, no. Las cosas extraordinarias a las que me refiero son cosas pequeñas, como encontrar un perrito abandonado y llevarlo a casa para darle un hogar, darle el amor queno le había dado su ex familia.  Esto era precisamente lo que le pasaba a Rosa nuestra protagonista: ella siempre estaba ahí. Cuando alguien lloraba, era en el hombro de Rosa donde todos se apoyaban; cuando alguien quería reír, era de ella de quien se reían; cuando alguien necesitaba una mano, era la mano de Rosa la que siempre estaba cerca. Pero, aunque rosa siempre estaba ahí, nadie le hacíacaso. 
        ¡Pobre mujer! ¡Pobre Rosa! Deseaba tanto que, por una vez escuchasen sus historias! Sólo quería saber qué opinaban los demás de muchos y variados temas, pues con todo el tiempo que había tenido para leer, pensar y estudiar, podía pasar horas hablando de cualquier cosa. Pero, aunque ella escuchaba, nadie le escuchaba a ella. De hecho, la mayoría de los días, parecía que ella fueseinvisible, pues ni siquiera recibía un saludo al despertarse, ni otro al acostarse.
        Por eso aquel día ocurrió una de esas cosas extraordinarias de las que les hable . Aquel día, Rosa verdaderamente desapareció. No, no se fue. No se marchó de su casa. Tampoco murió. Simplemente, se preguntaba, sentada en su sillón, qué ocurriría si ella desapareciese y, de pronto, desapareció. 
        Sumarido, llegó a casa inusualmente temprano aquel día. Él nunca había dado importancia a los quehaceres de su esposa, de hecho pensaba que ella era una mujer muy vaga, que se pasaba el día inmersa en imaginaciones, sin hacer nada productivo. Pero aquel día, él observó cómo la casa estaba toda revuelta, hecha un desastre, como si nadie hubiera limpiado la suciedad del día anterior.
        Él comenzóa pensar que su esposa se había ido a algún lugar a divertirse, cosa que rosa no podía hacer, pues entre los planes de aquel hombre no estaba que su mujer saliera de casa sin su permiso. Entonces, metido en esos pensamientos, comenzó a irritarse. Empezó a llamar a Rosa a gritos, pero como ésta había desaparecido, nadie atendía a su llamada. Aquel hombre comenzó a desesperarse, pues no tenía quienle escuchara, no había ropa limpia, no había nada que comer, ni siquiera tenía su agua fresca de siempre en el congelador. 
        Desanimado y enfadado, el hombre miró despacio al sillón donde siempre le esperaba su esposa, al principio con una sonrisa, mas tarde con lágrimas en los ojos y, finalmente, lo recibía con un llanto amargo. Él sabía que ella le decía algo cuando llegaba, pero ¿quéera? No podía recordarlo. Él nunca se había parado a pensar que ella tuviera algo que decir, al fin y al cabo, ella era una mujer; y no una mujer cualquiera, era su mujer. Él sabía que las esposas no son para charlar, sino para que escuchen a su marido; también sabía que las esposas tienen que estar al servicio de su esposo, por eso no entendía que ella se hubiera marchado. 
        Él estabaconvencido de que ellos eran muy felices. Ella tenía todo lo que quería, una tele, celular y varias comodidabes para entretenerse, dinero para comprar la comida y pagar los gastos de la casa, si hasta ella se permitía el lujo de hacerle a él pequeños regalos de vez en cuando; además, él le había hecho a ella una gran cocina, para que se entretuviera cocinando en vez de sentarse a escribir tonterías.        Entonces, a aquel hombre se le ocurrió mirar en el escritorio, para ver si entre los relatos de su esposa encontraba algo que le diera una pista de su paradero. ¡Y encontró miles de cuentos, alguna novela y varios diccionarios! Comenzó a leer alguno de los cuentos. El primero que leyó era tan gracioso que, por más que intentaba contener la risa, no pudo por más que estallar en una gran...