EL SISTEMA DEL DOCTOR BREA Y EL PROFESOR PLUMA de: Edgar Allan Poe

Páginas: 47 (11533 palabras) Publicado: 15 de mayo de 2013
EL SISTEMA DEL DOCTOR BREA Y EL PROFESOR PLUMA de: Edgar Allan Poe
 
 En el otoño de 18…, en el transcurso de una gira por las provincias del extremo sur de Francia, mi ruta me llevó hasta pocas millas de distancia de una cierta Maison de Santé, o manicomio privado, acerca del cual había oído hablar mucho en París a mis amigos médicos. Dado que nunca había visitado un lugar semejante,consideré que aquella oportunidad era demasiado preciosa como para dejarla escapar, y propuse, por lo tanto, a mi compañero de viaje (un caballero con el que había trabado amistad casualmente unos días antes) que nos desviáramos de nuestro camino, durante una hora o así, para echar un vistazo al establecimiento. El se opuso a esto, argumentando prisa, en primer lugar, y como segundo motivo, un horror muynormal a ver a un lunático. Me rogó, no obstante, que no dejara que la cortesía me impidiera satisfacer mi curiosidad, diciendo que él seguiría su camino tranquilamente para que yo pudiera alcanzarle aquel mismo día o, en el peor de los casos, el día siguiente. Mientras nos despedíamos se me ocurrió pensar que tal vez pudiera haber algunas dificultades para obtener acceso al lugar, y mencioné mipreocupación acerca de ello. Él replicó que, de hecho, a menos que conociera personalmente al superintendente, monsieur Maillard, o tuviera en mi poder alguna credencial, como por ejemplo una carta, podría, en efecto, encontrarme con algunas dificultades, ya que las reglas de aquellas casas de locos privadas eran mucho más estrictas que las de los hospitales públicos. Por su parte, añadió, conocíade pasada a Maillard desde hacía algunos años, y estaba dispuesto a ayudarme hasta el punto de acompañarme hasta la puerta y presentármelo, aunque su opinión acerca del asunto no le permitiera entrar dentro de la casa.
Le di las gracias, y saliendo de la carretera principal nos adentramos por un camino lateral cubierto de hierbajos que, al cabo de media hora de viaje, se perdía prácticamente enuna densa floresta que cubría la base de una montaña. Habíamos cabalgado a través de aquel oscuro y húmedo bosque durante un par de millas cuando apareció ante nuestra vista la Maison de Santé. Era un chotean fantástico, muy deslavazado y, de hecho, escasamente habitable a causa de su antigüedad y de la falta de cuidados. Su aspecto me produjo verdadero horror, y deteniendo mi caballo estuve a puntode volverme atrás. No obstante, pronto me avergoncé de mi debilidad y seguí adelante.
Mientras cabalgábamos hacia la entrada me di cuenta que estaba medio abierta, y vi la cara de un hombre mirándonos desde la misma. Un instante después, el hombre se adelantó, se dirigió a mi compañero llamándole por su nombre, le estrechó cordialmente la mano y me rogó que descendiera del caballo. Era elmismísimo monsieur Maillard. Un caballero corpulento, de magnífico aspecto, de la vieja escuela, pulido comportamiento y un cierto aire de gravedad, dignidad y autoridad que resultaban muy imponentes.
Mi amigo, una vez que me hubo presentado, mencionó mi deseo de inspeccionar el lugar, y recibió toda clase de seguridades de que el mismo monsieur Maillard me atendería. Se despidió de nosotros y no volvía verle.
Cuando se hubo ido, el superintendente me hizo pasar a una pequeña salita, extraordinariamente pulcra, que contenía, entre otras pruebas de un gusto refinado, numerosos libros, dibujos, jarrones de flores e instrumentos musicales. Un alegre fuego ardía en la chimenea. Sentada al piano, cantando un aria de Bellini, había una joven y bellísima mujer que, al entrar yo, hizo una pausa en sucanto, recibiéndome con graciosa cortesía. Hablaba en voz baja y toda su actitud era sumisa. Me pareció también detectar señales de dolor en su semblante, que era extraordinariamente pálido, aunque para mi gusto no desagradable. Iba de luto riguroso, y produjo en mi pecho sensaciones entremezcladas de respeto, interés y admiración.
Había oído decir en París que la institución de monsieur...
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