El Vasco y Bijou (Anais Nin)

Páginas: 354 (88400 palabras) Publicado: 13 de julio de 2011
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Hubo una vez un aventurero húngaro de sorprendente apostura, infalible encanto y gracia, dotes de consumado actor, culto, conocedor de muchos idiomas y aristocrático de aspecto. En realidad, era un genio de la intriga, del arte de librarse de las dificultades, de la ciencia de entrar y salir discretamente de todos lospaíses. Viajaba como un gran señor, con quince baúles que contenían la ropa más distinguida, y con dos grandes perros daneses. La autoridad que de él irradiaba le había valido el sobrenombre del Barón. Al Barón se le veía en los hoteles más lujosos, en los balnearios y en las carreras de caballos, en viajes alrededor del mundo, en excursiones a Egipto y en expediciones al desierto y Africa. Entodas partes se convertía en el centro de atracción de las mujeres. Al igual que los actores más versátiles, pasaba de un papel a otro a fin de complacer el gusto de cada una de aquéllas. Era el bailarín más elegante, el compañero de mesa más vivaz y el más decadente de los conversadores en los téte-á-tétes; sabía tripular una embarcación, montar a caballo y conducir automóviles. Conocía todas lasciudades como si hubiera vivido en ellas toda su vida. Conocía también a todo el mundo en sociedad. Era indispensable. Cuando necesitaba dinero, se casaba con una mujer rica, la saqueaba y se marchaba a otro país. Las más de las veces, las mujeres no se rebelaban ni daban parte a la policía. Las pocas semanas o meses que habían gozado de él como marido les dejaban una sensación que pesaba más en suánimo que el golpe de la pérdida de su dinero. Por un momento, habían sabido lo que era vivir por todo lo alto, lo que era volar por encima de las cabezas de los mediocres. Las levantaba tan alto, las sumía de tal manera en el vertiginoso torbellino de sus encantos, que su partida tenía algo de vuelo. Parecía casi natural: ninguna compañera podía seguir su elevado vuelo de águila. El libre einasible aventurero, brincando así de rama en rama dorada, a punto estuvo de caer en una trampa, una trampa de amor humano, cuando, una noche, conoció a la danzarina brasileña Anita en un teatro peruano. Sus ojos rasgados no se cerraban como los ojos de otras mujeres, sino que, al igual que en los de los tigres, pumas y leopardos, los párpados se encontraban perezosa y lentamente. Parecían cosidosligeramente el uno al otro por la parte de la nariz, porque eran estrechos y dejaban caer una mirada lasciva y oblicua, de mujer que no quiere ver lo que le hacen a su cuerpo. Todo esto le

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confería un aspecto de estar hecha para el amor que excitó al Barón en cuanto la conoció. Cuando se metió entre bastidores para verla, ella estaba vistiéndose, rodeada de gran profusión de flores, y, paradeleite de sus admiradores, que se sentaban a su alrededor, se daba carmín en el sexo con su lápiz labial, sin permitir que ningún hombre hiciera el menor gesto en dirección a ella. Cuando el Barón entró, la bailarina se limitó a levantar la cabeza y sonreírle. Tenía un pie sobre una mesita, su complicado vestido brasileño estaba subido, y con sus enjoyadas manos se dedicaba de nuevo a aplicar carmína su sexo, riéndose a carcajadas de la excitación de los hombres en su derredor. Su sexo era como una gigantesca flor de invernadero, más ancho que ninguno de cuantos había visto el Barón; con el vello abundante y rizado, negro y lustroso. Estaba pintándose aquellos labios como si fueran los de una boca, tan minuciosamente que acabaron pareciendo camelias de color rojo sangre, abiertas a lafuerza y mostrando el cerrado capullo interior, el núcleo más pálido y de piel más suave de la flor. El Barón no logró convencerla para que cenaran juntos. La aparición de la bailarina en el escenario no era más que el preludio de su actuación en el teatro. Seguía luego la representación que le había valido fama en toda Sudamérica: los palcos, profundos, obscuros y con la cortina medio corrida se...
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