Eldesatedelafuria

El desate de la furia
de mi raciocinio

Leandro McClauss

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Agradecimientos

A la persona que representó un ser importante en mi vida que ya dejó de
existir, causa de la cual me hizo vivir esta experiencia inigualable y dolorosa.
Siendo responsable mi hermano en borrar misrecuerdos con la intención de
seguir mi camino presente.
Mi gran amigo Kurt, quien ha estado en todas las circunstancias tanto buenas
y malas, ha sabido ofrecerme su mano y sostenerme sin ninguna exigencia.

A mi esposa Kerstin, quien en realidad tuvo que darme espacio para realizar
mis desvirtudes necesarias de mi raciocinio, en un desfogue de valencias.
Ella por aguantar en todo y por dejarmepertenecer en su universo íntimo.

Ella; sus estrellas, sus pensamientos, sus perversiones, hacen mi estado
más turbulento y exótico.

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Parte 1
La carne ahumada que afligía en el interior de los escombros derretidos, el
fuego inexorable quemaba una casa frente a mí. Una de mis manos
mantenía aún una pequeña flama mansa, mi sonrisa ladeada y fría no
rechistaba al ambiente sofocante, aunque mi cuerposeguía retorcido del
calvario. Lo que no se veía, era mi otra mano llena de líquido carmel, la
propia y de seres extinguidos. Me hallaba de rodillas, aturdido del desastre
que había efectuado. No tenía interés de ser un redentor, pues había
agotado vidas a mi deseo codicioso. Las llamas, tenían su conforme fuerza
carbonizando todo lo que se topara; el viento era otro factor que había
llevado a caboel plan. En estos momentos, mi mente era una borrasca, que
con el intervalo de los minutos alcanzaba potencia y no se excluía. Quería
desterrar la congestión de mi cólera soberbia. Llegué hasta la carretera y me
lancé al suelo mirando al cielo con dificultad, mi cuerpo tenía una congoja
iracunda. La esencia de mi ente maligno tardó en aliviarme, mientras tanto
aguantaba los pinchazos.
[Unas horasantes]
Respiré una vez más, recogiendo el aroma pestífero de la zona. La
naturaleza no tenía esos estragos míos, no hacía daño a ella. La amaba. Por
suerte, era una casa lejos de la muchedumbre urbana. Tenía la sed de
acabar las vidas que se me cruzaran. Todas las fibras íntimas de mi ser se
encontraban dilatadas. «No tenía control, desatando la furia bestial de mi
raciocinio…». Mi mente hablabaen voz gutural, la mía estaba seca. Había
tomado con sensatez, el espacio hacia las personas tan trascendentales de
mi existencia. El lugar desolado olía a muerte inesperada, mi mirada se
apagaba dejando la sensación sombría en los ojos. Un vacío desesperante.
Ni el corazón tenía la enorme fuerza de anclarme aquí para no ir a otro lugar
y acabar más objetividades. No escuché a nadie antes devenir…
El panorama era solemne, las luces internas que se colaban tras unas
cortinas pálidas. La noche era una oportunidad perfecta para ejecutar el plan.
Lamiendo mis labios di un par de pasos, tras haberme estacionado a unos
cuantos metros. Ni siquiera había optado por el transporte más fácil, mis

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brumas negruzcas. Pronto escuché unas risas y voces, había femeninos y
masculinos. Pero tambiénescuché palabras infantiles. Mi ceño lo arrugué,
niños. No disimulé un disgusto en mi rostro de que hubiere allí. Cada lógica
se iba entrañando en mi mente y en mi cuerpo, flagelándose enseguida, era
una tortura lenta. Un sonido me sacó de la ensoñación sacando el celular
rechistando en voz vacía. Miré la pantalla que se alumbraba intermitente, era
un mensaje. Lo ojeé y no di importancia. Una necesidadextrema del club
nocturno. Por hoy no tenía deseos de asistir, o me embriagaría hasta perder
conciencia. Guardé el aparato en el bolsillo interno del abrigo de sastre.
Desde la empresa que tenía enormes responsabilidades, me había tomado el
insulto de viajar en camioneta lejos de la ciudad. Por los límites que
manejaba en el carril izquierdo, viajaba a 93 millas por hora, la canción que
se...