ensayos literarios
diferente, habrían sido perfilados con otro
propósito; pues en la novela de aventuras más
elemental hay que dotar a los personajes de
sólo una gama de cualidades: las tremebundas
y guerreras. Dado que aparecen insidiosos en la
traición e ineluctables en el combate, sirven a
su objetivo. El asunto central de estas novelas
es el peligro; con el miedo y lapasión se juega
ociosamente; y los personajes se describen sólo
en la medida en que son conscientes de una
sensación de peligro y suscitan la solidaridad
en el temor. Añadir otros rasgos, ser
excesivamente inteligente, soltar la liebre del
interés moral o intelectual mientras hacemos
correr el zorro del interés argumental, no es
enriquecer, sino restarle valor al relato. El lector
estúpidose sentirá ofendido; el lector
inteligente perderá el rastro.
La novela de caracteres se distingue de las
demás en lo siguiente: no requiere una
coherencia de argumento, y por ello, como
ocurre con Gil Blas, recibe en ocasiones el
nombre de novela de aventuras. Le preocupan
los humores de las personas representadas; sin
duda éstos se encubren bajo incidentes; pero los
incidentes, al serafluentes, no tienen por qué
avanzar en progresión; y los personajes pueden
mostrarse estáticos. Del mismo modo que
entran, pueden salir; han de ser consecuentes,
pero no es preciso que medren. En todo ello
reconocerá Mr. James la nota peculiar de buena
parte de su obra: por regla general, atiende al
estatismo de los personajes y los estudia en
reposo o moviéndose apenas; y con su instintoartístico, habitualmente preciso y delicado,
elude las pasiones más fuertes, que
distorsionarían las actitudes que tanto gusta de
observar y trocaría sus modelos, de humoristas
de la vida cotidiana en masa bruta y tipos
desnudos de impulsos más emocionales. En su
nuevo libro, El autor de Beltraffio, armónico en
su concepción, de técnica tan ordenada y ágil,
utiliza sin duda una pasión muyfuerte; pero
observad que no nos la muestra. Incluso se
suprime su influjo en la heroína; y el gran
combate, la verdadera tragedia, la scene-à-faire,
transcurren ocultos a nuestra vista tras los
paneles de una puerta cerrada con llave. La
deliciosa invención del joven visitante se
introduce, consciente o inconscientemente, con
este fin: que Mr. James, fiel a su método, pueda
soslayar laescena de pasión. Confío en que el
lector no me culpe de infravalorar esta pequeña
obra maestra. Lo único que quiero decir es que
pertenece a un tipo determinado de novela que
habría sido concebida y tratada de otro modo
de haber pertenecido a ese otro tipo del que
ahora voy a hablar.
Me agrada llamar a la novela dramática por
ese nombre, pues ello me permite señalar de
paso un extrañomalentendido, frecuente, sobre
todo, entre los ingleses. A veces se piensa que
el drama se compone de incidentes. Se
compone de pasión, lo cual brinda una
oportunidad al actor; y esa pasión debe
agudizarse progresivamente, o el actor, al
desarrollarse la pieza, no podría arrastrar al
público de un grado inferior a otro más alto de
emoción e interés. Toda buena obra de teatro
debe por ellofundarse sobre alguna de las
cruces apasionadas de la vida, en las que el
deber y la inclinación luchan noblemente a
brazo partido; lo mismo atañe, por esa razón, a
lo que he dado en llamar novela dramática.
Aduciré unos cuantos ejemplos valiosos de
nuestra lengua y de nuestro tiempo: ese libro
magnífico y doloroso de Meredith, Rhoda
Fleming, desde hace tiempo agotado11 y
rastreado conavidez en los tenderetes de libros
11 ¡Ya no, gracias a Dios!
como una Aldina; Unos ojos azules, de Hardy, y
dos libros de Charles Reade, Griffíth Gaunt y El
matrimonio doble, originalmente conocido como
Mentiras piadosas, y basado (por un accidente
extrañamente favorable a mi nomenclatura) en
una obra de teatro de Maquet, el compañero
del gran Dumas. En estas novelas las puertas
cerradas...
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