Ernesto cardenal y el discurso de la postmodernidad

Universidad de Chile
Escuela de verano
Trabajo final literatura contemporánea
Profesora: Ana María Baeza
Estudiante: Gabriela Valencia Pasten
Fecha: Miércoles, 23 de Enero de 2013



“El domingo por la mañana salí un rato por el barrio, compré una barra de pan con uvas. El día era tibio, pero un poco triste, como suele ser el domingo en París; sobre todo cuando uno no cree en Dios”(Houellebecq Michel, 143)



La Marilyn se suicidó y eso a nadie le interesa



Cardenal se puso a escribir de la rubia que se suicidó, “pero también algo más que eso” (Cardenal Ernesto, 8) a través del exteriorismo lírico anuló la abstracción del artista con respecto a su mundo exterior beneficiando la descripción empírica (bordeando la narrativa) del medio, lo que no significará que elpoema carezca de metáforas o de elementos subjetivos, ya que la percepción humana en sí es subjetiva al seleccionar los elementos del mundo exterior que desea interiorizar. En el caso de la metáfora el autor no utiliza el recurso de desplazar un elemento de su significante a un plano abstracto que necesita una evidente interpretación, sino que acude a una serie de sentencias que invitansilenciosamente a una detenida doble lectura :


“Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos
-El de nuestras propias vidas-Y era un script absurdo.
Perdónala Señor y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esta Colosal Súper-Producción en la que todos hemos trabajado” (Cardenal Ernesto, 8)


¿Y no es el script la careta que ponemos todos los días para aferrarnos al mundoque nos “invita” a ser parte del gran sistema?¿No será la 20th Century una maqueta de una productora mayor de la que todos somos productos consumibles? ¿clientes? ¿antropófagos?


La Marilyn se suicidó o mejor dicho la mataron y fue culpa de la gran bestia que mueve toda la cochiná, desde la caja monopoly de la que todos somos parte y convivimos abrazando la instrucción diaria de vivir matandolos segundos en aparentes logros bajo los reflectores de la sociedad, ahogando la tráquea en pastillitas para conciliar el sueño y creer en la vida nuevamente, conduciendo el vehículo que lleva a cualquier lado menos a “ninguna parte”, despertando cada noche sin entender los recuerdos que llegan y se pasan mientras prenden la tv con sus palabras chistosas espantando toda íntima reflexión con lasimágenes atrapadas en la cajita mágica, decodificadas en productos de consumo listos para darle sentido a la existencia y al día siguiente el psicólogo parece entenderlo todo, asintiendo frases dispersas, cobrando sus contribuciones mientras salen por la puerta y vuelven al aparente sueño tranquilo y sus varias interpretaciones que son (al igual que los sueños) abortos imperfectos de la intentode entender al sujeto moderno y su alma que se consume, vende y arrienda.

Y es que la Marilyn no es más que un síntoma de la vacuidad del empleado moderno, que sin darse aparente cuenta nace también (al igual que la rubia norteamericana) con el script en mano, listo para actuar en el gran escenario y emular durante su respectiva cuota de oxígeno su existencia bajo las máscaras y reflectoresrellenos de saldos atrasados, expectativas varias, que finalmente terminan muertas y con las manos extendidas hacia Dios, que realmente no sabemos si está ocupado o no debimos haber llamado.

“Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
¡y apagan los reflectores!
Y desmontan las dos paredes del aposento (era un setcinematográfico)
mientras el Director se aleja con su libreta
porque la escena ya fue tomada.” (Cardenal Ernesto, 9)



Quizás ni siquiera debimos haber extendido la mano hacia el teléfono durante los últimos segundos en señal de ayuda si vivimos una existencia rellena del caótico contacto social plástico, con quinientos amigos en Facebook y ninguna tarjeta de cumpleaños, el “feliz día mamá” por...