Espanol

Mary Cervantes
26.9.2013
Madre y padre a la vez
No es sorprendente ver a una madre ser el padre y la madre de sus niños, hoy en día es más común y respetado, sin embargo, en los años de Federico García Lorca, la madre nunca asciende la posición de su marido. En su obra, La casa de Bernarda Alba, García Lorca discretamente crea un giro en las normas sociales haciendo que Bernarda Alba asume laposición tradicional de sus antepasados masculinos y de su marido causando que muchos personajes le sientan rencor por el ese poder otorgado, y que incluso la lleguen a remplazar como madre.
Bernarda Alba es como un caballo, que al ver solo hacia adelante no se puede fijar en las otras personas, criando barreras entre ella y aquellos que se quieren acercar. A Bernarda nada más le importa lo quepiensan de ella, de su apellido, tal como los hombres de ese tiempo. Actúa tanto como un varón que “no quiere que la vean en su dominio” para mantener su reputación de “la más aseada…la más decente… la más alta” y para que no la juzguen por haber asumido la posición de un hombre en su casa (142). Bloquea todo porque no quiere que vean lo fría que es en realidad hacia sus hijas. El día de luto, cuandouna de sus hijas llora por la pérdida de su padre en vez de consolarla como cualquier madre, Bernarda le dice que no llore, una consolación fría, que usualmente nada más se ve por parte del padre (149). Su actitud masculina ha bloqueado todo aquel que quiere entrar, una idea que esta por toda la obra:
“En ocho años… no ha de entrar en esta casa el viento de la calle! Haceros cuenta que hemostapiado con ladrillos puertas y ventanas. Así paso en casa de padre y en casa de mi abuelo” (157).
En todo lo que hace, en toda decisión que toma Bernarda habla con mucha autoridad, en muchas veces con rencor hacia las mujeres—“¡No os hagáis ilusiones de que vais poder conmigo! ¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante, mandaré en lo mío y en lo vuestro!” (185). Al hablar con tanta frialdad yautoridad incrementa el nivel de rencor hacia ella, casi trasformando su casa un ambiente infernal.
Cuando Bernarda asume el poder, tanto se apodera de su casa como en ese entonces los hombres se apoderaban, que hasta las personas más cercanas le empiezan a tener rencor. Poncia, la creada más vieja y leal hacia Bernarda, la cree como una tirana, una “tirana de todos que la rodean…capaz desentarse encima de [sus corazones] y ver cómo [se mueren] durante un año sin que se le cierre esa sonrisa fría que lleva en su maldita cara” (Lorca 141-142). Tanto crece el rencor de Poncia, que aunque le sea más fiel que un perro, se empieza de su poder, tanto que la quiere ver como “un lagarto machacado por los niños—” su rencor ha tomado la inocencia más pura y la ha convertirlo en algo muy oscuro(144). Hasta las bodas, que para cada mujer es un sueño, se convierte en una farsa por la actitud paternal de Bernarda, tanto que las hijas pueden ver detrás de las apariencias, detrás de “las novias que se ponen velo blanco…y beben vino de botella, pero [que se pudren] por el que dirán,” desvaluando el valor de la mujer casada ante la sociedad (172). Las hijas ven al matrimonio como ruta de escapeporque “afortunadamente pronto [van] salir de [ese] infierno” que su madre a creado (191). Los únicos consejos que Bernarda le da a sus hijas es de como los hombres ven a sus esposas. Una visión fría en cual el poder de la mujer es como la de los niños, donde no deben preguntar, y menos de casada, donde nada más puedes hablar cuando el habla y “mirarlo cuando te mire” (251). Incluso les aconsejaque no procuren conocer los secretos de sus maridos—casi diciendo que no son una pareja que se casó por amor sino por negocio—y finalmente, Bernarda les dijo que “desde luego, no [las vean] llorar jamás” (251). Tanto es el rencor que el poder de Bernarda crea que hasta ha hecho que sus hijas piensen que al “nacer mujer es el mayor castigo,” desvalorando sus potenciales como mujer (212). Al hacer...