exposicion neruda

Páginas: 6 (1350 palabras) Publicado: 9 de diciembre de 2013
en que era escuchada. Se llamaba Romeo Murga.
Con este Romeo Murga fuimos a leer nuestras poesías a la ciudad de San Bernardo, cerca de la
capital. Antes de que apareciéramos en el escenario, todo se había desarrollado en un ambiente de gran
fiesta: la reina de los Juegos Florales con su corte blanca y rubia, los discursos de los notables del pueblo y
los conjuntos vagamente musicales deaquel sitio; pero, cuando yo entré y comencé a recitar mis versos
con la voz más quejumbrosa del mundo, todo cambió: el público tosía, lanzaba chirigotas y se divertía
muchísimo con mi melancólica poesía. Al ver esta reacción de los bárbaros, apresuré mi lectura y dejé el
sitio a mi compañero Romeo Murga. Aquello fue memorable. Al ver entrar a aquel quijote de dos metros de
altura, deropa oscura y raída, y empezar su lectura con voz aún más quejumbrosa que la mía, el público en
masa no pudo ya contener su indignación y comenzó a gritar: "¡Poetas con hambre! Váyanse! No echen a
perder la fiesta"


ALBERTO ROJAS GIMÉNEZ
En la revista Claridad, a la que yo me incorporé como militante político y literario, casi todo era
dirigido por Alberto Rojas Giménez, quien iba a seruno de mis más queridos compañeros generacionales

En Buenos Aires conocí a un escritor argentino, muy excéntrico, que se llamaba o se llama Omar
Vignole. No sé si vive aún. Era un hombre grandote, con un grueso bastón en la mano. Una vez, en un
restaurant del centro donde me había invitado a comer, ya junto a la mesa se dirigió a mí con un ademán
oferente y me dijo con voz estentórea quese escuchó en toda la sala repleta de parroquianos: "¡Sentáte,
Omar Vignole!". Me senté con cierta incomodidad y le pregunté de inmediato: "¿Por qué me llamas Omar
Vignole, a sabiendas de que tú eres Omar Vignole y yo Pablo Neruda?". "Sí —me respondió—, pero en este
restaurant hay muchos que sólo me conocen de nombre y, como varios de ellos me quieren dar una paliza,
yo prefiero que te laden a tí."


Siempre los poetas hemos pensado que poseemos grandes ideas para enriquecernos, que somos
genios para proyectar negocios, aunque genios incomprendidos. Recuerdo que impulsado por una de esas
combinaciones florecientes vendí a mi editor de Chile, en el año 1924, la propiedad de mi libro
Crepusculario, no para una edición, sino para la eternidad. Creí que me iba a enriquecercon esa venta y
firmé la escritura ante notario. El tipo me pagó quinientos pesos, que eran algo menos de cinco dólares por
aquellos días

Me refugié en la poesía con ferocidad de tímido. Aleteaban sobre Santiago las nuevas escuelas
literarias. En la calle Maruri, 513, terminé de escribir mi primer libro. Escribía dos, tres, cuatro y cinco
poemas al día. En las tardes, al ponerse el sol,frente al balcón se desarrollaba un espectáculo diario que yo
no me perdía por nada del mundo. Era la puesta de sol con grandiosos hacinamientos de colores, repartos
de luz, abanicos inmensos de anaranjado y escarlata. El capítulo central de mi libro se llama "Los
crepúsculos de Maruri". Nadie me ha preguntado nunca qué es eso de Maruri. Tal vez muy pocos sepan
que se trata apenas de unahumilde calle visitada por los más extraordinarios crepúsculos.
En 1923 se publicó ese mi primer libro: Crepusculario. Para pagar la impresión tuve dificultades y
victorias cada día. Mis escasos muebles se vendieron. A la casa de empeños se fue rápidamente el reloj
que solemnemente me había regalado mi padre, reloj al que él le había hecho pintar dos banderitas
cruzadas. Al reloj siguió mitraje negro de poeta. El impresor era inexorable y, al final, lista totalmente la
edición y pegadas las tapas, me dijo con aire siniestro: "No. No se llevará ni un solo ejemplar sin antes
pagármelo todo". El crítico Alone aportó generosamente los últimos pesos, que fueron tragados por las
fauces de mi impresor; y salí a la calle con mis libros al hombro, con los zapatos rotos y loco de...
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