fedor ditoewoski

Páginas: 832 (207976 palabras) Publicado: 27 de octubre de 2014
Por Fedor Dostoiewski PRIMERA PARTE I Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven sali de la reducida habitacin que tena alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigi al puente K... Haba tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se hallaba bajo el tejado de un gran edificio de cinco pisos y, ms que unahabitacin, pareca una alacena. En cuanto a la patrona, que le haba alquilado el cuarto con servicio y pensin, ocupaba un departamento del piso de abajo de modo que nuestro joven, cada vez que sala, se vea obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensacin ingrata de vagotemor, que le humillaba y daba a su semblante una expresin sombra. Deba una cantidad considerable a la patrona y por eso tema encontrarse con ella. No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se hallaba desde haca algn tiempo en un estado de irritacin, de tensin incesante, que rayaba en la hipocondra. Se haba habituado a vivir tan encerrado en s mismo, tanaislado, que no slo tema encontrarse con su patrona, sino que rehua toda relacin con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embargo, ltimamente esta miseria haba dejado de ser para l un sufrimiento. El joven haba renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo. En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las intenciones que pudiera abrigar contra l, pero detenerse en la escalera paraor sandeces y vulgaridades, recriminaciones, quejas, amenazas, y tener que contestar con evasivas, excusas, embustes... No, ms vala deslizarse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y desaparecer. Aquella tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le llen de asombro cuando se vio en la calle. Que me inquieten semejantes menudencias cuando tengo enproyecto un negocio tan audaz pens con una sonrisa extraa. S, el hombre lo tiene todo al alcance de la mano, y, como buen holgazn, deja que todo pase ante sus mismas narices... Esto es ya un axioma... Es chocante que lo que ms temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres. S, eso es lo que ms los altera... Pero esto ya es demasiado divagar Mientras divago, no hago nada. Ytambin podra decir que no hacer nada es lo que me lleva a divagar. Hace ya un mes que tengo la costumbre de hablar conmigo mismo, de pasar das enteros echado en mi rincn, pensando... Tonteras... Porque qu necesidad tengo yo de dar este paso Soy verdaderamente capaz de hacer... eso Es que, por lo menos, lo he pensado en serio De ningn modo todo ha sido un juego de mi imaginacin, una fantasa que medivierte... Un juego, s nada ms que un juego. El calor era sofocante. El aire irrespirable, la multitud, la visin de los andamios, de la cal, de los ladrillos esparcidos por todas partes, y ese hedor especial tan conocido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la tensin de los nervios, ya bastante excitados, del joven. Elinsoportable olor de las tabernas, abundantsimas en aquel barrio, y los borrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser da de trabajo, completaban el lastimoso y horrible cuadro. Una expresin de amargo disgusto pas por las finas facciones del joven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien parecido, de una talla que rebasaba la media, delgado y bien formado. Tena el cabello negro y unosmagnficos ojos oscuros. Pronto cay en un profundo desvaro, o, mejor, en una especie de embotamiento, y prosigui su camino sin ver o, ms exactamente, sin querer ver nada de lo que le rodeaba. De tarde en tarde musitaba unas palabras confusas, cediendo a aquella costumbre de monologar que haba reconocido haca unos instantes. Se daba cuenta de que las ideas se le embrollaban a veces en el cerebro, y...
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