fIRULAIS

Páginas: 39 (9534 palabras) Publicado: 21 de agosto de 2013
LA VIDA DE
LOS HOMBRES
INFAMES
ensayos sobre desviación y dominación

Michel Foucault

La vida de los hombres infames

© Editorial Altamira Calle 49 N° 540 La Plata, Argentina & (54-21) 21 85 00
Edición y traducción:
Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría
Prólogo y bibliografía: Christian Ferrer
Diseño de tapa: Virginia Membrini
Diagramación: Cutral
ISBN: 987-9017-03-X
Queda hechoel depósito que marca la ley 11.723
Impreso en Argentina

Michel Foucault

La vida de los hombres infames

12. La evolución de la noción de "individuo peligroso" en la
psiquiatría legal

Voy a comenzar reproduciendo unas frases que se intercambiaron no hace mucho en la Sala
de lo Penal de la Audiencia de París. Se juzgaba a un hombre acusado de cinco violaciones y de
seis tentativasde violación escalonadas entre febrero y junio de 1975. El acusado permanecía en
silencio. El presidente del Tribunal le preguntó:
"-¿Ha intentado usted reflexionar sobre su caso?"
Silencio.
"-¿Por qué con 22 años se desencadenan en usted esas violencias? Tiene usted que hacer un
esfuerzo de análisis. Es usted quien posee las claves de sí mismo. Explíquemelo."
Silencio.
"-¿Por qué vuelve alas andadas?"
Silencio.
Un miembro del jurado tomó la palabra y exclamó: "¡pero bueno, defiéndase!".
Este diálogo no tiene nada de excepcional, aunque más bien habría que hablar de un
monólogo interrogativo. Lo mismo se puede escuchar también en numerosos tribunales de
muchos países. Sin embargo, si nos distanciamos un poco, comprenderemos por qué este
diálogo no deja de suscitar sorpresa enel historiador, ya que tenemos ante nosotros un aparato
judicial que está destinado a establecer hechos delictivos, a determinar quién es el autor de esos
hechos y a sancionarlos, infligiendo al trasgresor las penas previstas por la ley. En este caso se
nos presentan hechos comprobados, un individuo que los reconoce y que acepta por tanto la
pena que se le va a imponer. Es como si en el mejorde los mundos judiciales todo estuviese en
orden. Los legisladores, los redactores de los códigos de finales del siglo XVIII y de comienzos
del XIX, no podrían haber soñado con una situación tan diáfana. Y sin embargo, la máquina se
atasca, sus engranajes se agarrotan. ¿Por qué? Pues porque el culpable se calla. Ahora bien, su
silencio no se refiere en absoluto a los hechos, a lascircunstancias, a cómo las cosas se
desarrollaron, o a lo que pudo haberlas provocado. Nada de esto. En realidad, el inculpado se
calla, se escabulle, ante una cuestión esencial para un tribunal de nuestros días, aunque habría
sonado de una forma muy extraña hace ciento cincuenta años: "¿quién eres tú?"
El diálogo que acabo de citar prueba bien que, a esta cuestión, no es suficiente con que el
acusadoresponda: "soy el autor de los delitos que se me imputan, y punto. Eso es todo. Juzguen,
puesto que ésa es su obligación y condénenme si les parece". Al acusado se le pide mucho más,
más allá del reconocimiento de sus acciones se le exige una confesión, un examen de
conciencia, una explicación de sí mismo, una aclaración de lo que él es. La maquinaría penal ya
no puede funcionar simplemente conla ley, con la infracción y con un autor responsable de los
hechos. Se necesita algo más, se requiere un material suplementario. Los magistrados, los
miembros del jurado, y también los abogados y el ministerio público, no pueden realmente
desempeñar su papel más que si se les proporciona otro tipo de discurso: aquel que el acusado
expresa sobre sí mismo, o aquel que, por mediación de susconfesiones, recuerdos, confidencias,
etc., permite que se tenga sobre él. Si este discurso falta, el presidente del tribunal se acalora, el
jurado se pone nervioso; se presiona, se coacciona al acusado porque no sigue el juego.
Sucede un poco como con esos condenados que hay que llevar a la guillotina o a la silla

Michel Foucault

La vida de los hombres infames

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