Foucault

II. EL GRAN ENCIERRO Para la locura, no es la permanencia de una verdad la que asegura al pensamiento contra la locura, es una imposibilidad de estar loco, esencial no al objeto de pensamiento, sino al sujeto pensante. No se puede suponer ni aun con el pensamiento, que se est loco, pues la locura justamente es condicin de imposibilidad de pensamiento. La locura queda excluida por el sujeto de laduda, como pronto quedar que el que no piensa y que no existe. La certidumbre cartesiana, la locura ya no puede tocarla. Sera una extravagancia suponer que se es extravagante como experiencia de pensamiento, la locura se implica a s misma, y por lo tanto se excluye del proyecto. El peligro mismo de la locura ha desaparecido del ejercicio mismo de la razn. En el siglo XVII se crean grandesinternados, en una misma patria se asignan pobres, desocupados, mozos de correccional y a los insensatos. El internamiento de los alienados es la estructura ms visible en la experiencia clsica de la locura. Los directores de los internados son nombrados de por vida, y ejercen su autoridad en toda la ciudad. No se tratan de establecimientos mdicos. Es ms una estructura semijurdica, una especie de entidadadministrativa, que fuera de los tribunales decide juzga y ejecuta. Para ese efecto el director tendr estacas ya argollas de suplicio, prisiones, mazmorras, etc. Soberana absoluta, jurisdiccin sin apelacin, derecho de ejecucin contra el cual nada puede hacerse. Extrao poder que el rey establece entre la polica y la justicia, en los lmites de la ley es el tercer orden de la represin. El nuevo ordenclsico es la internacin. Pero qu se persegua detrs de toda esta poblacin que casi de un da para el otro, es recluida y excluida con mayor severidad que los propios leprosos Hay que averiguar cul fue ese nuevo modo de percepcin de la locura en una poca que se acostumbra definir mediantes los privilegios de la razn. Unidad compleja que organiza una nueva sensibilidad ante la miseria, los deberes deasistencia, nuevas reacciones frente al desempleo y la ociosidad, nueva tica del trabajo, nuevo sueo donde la obligacin moral se confundir con la ley civil, merced a las formas autoritarias del constreimiento. El Renacimiento ha despojado a la miseria de su positividad mstica. La pobreza designa un castigo. Hay que exhortar a los pobres a la paciencia. El Estado toma a cargo toda esta poblacin depobres y de incapaces pero construye una nueva sensibilidad frente a ellos en el que pobreza y caridad ya no es un lugar comn para la salvacin sino, un efecto de desorden y un obstculo al orden. Se trata entonces de suprimir, reprimir la miseria. Dialctica de orden y desorden se inscribe en una lgica de la culpabilidad. Las grandes casas de internacin se encuentran al final de este caminolaicizacin de la caridad, castigo moral de la miseria. Vives crtica las formas privadas de ayuda a la miseria, peligros de una caridad que mantiene el mal, parentesco demasiado frecuente entre la pobreza y el vicio. La Iglesia ha tomado partido y al hacerlo, ha separado al mundo cristiano de la miseria, que la Edad Media haba santificado en su totalidad. De un lado la regin del bien, el de la pobrezasumisa y conforme con el orden que se le propone del otro lado, la regin del mal, o sea la de la pobreza no sometida, que intenta escapar de este orden. Los pobres buenos de Jesucristo pacientes, humildes, modestos, contentos de su condicin y de los socorros que la oficina les ofrece y los pobres malos del Demonio enemigos del buen orden, haraganes, mentirosos, borrachos, impdicos sin otro idioma queel de su padre el demonio. Esta dicotoma es esencial para la significacin moral tanto de las categoras de beneficencia como de represin. Este nuevo sujeto ya no vaga por el camino de la peregrinacin, sino que perturba el orden pblico. Despojada de los derechos de la miseria y robada de su gloria, la locura, con la pobreza y la holgazanera, aparece en adelante. De ahora en mas va ha destacarse...