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La clase de educación física era otra cosa, estúpidamente odiosa. La clase, el profesor, y Ferraro y todos sus atléticos preferidos que lo iban a hacer figurar en alguna olimpíada.
Podrían ser hermosas mañanassintiendo un poco de frío, de no tener que estar a las siete en la cancha para la clase de educación física.
A ese tipo sólo le importaba lo que él hacía; entrenar a los que iban a participar de las olimpíadas. Frin no hubiera conseguido competir ni aunque se hubiera enfermado el grado completo. Desde un primer momento el profesor se dio cuenta de que a él no le apasionaba el deporte, y Frinsupo que sería un largo año de clases de gimnasia con ese tipo que lo había desechado de entrada. Dado que él no lo iba a querer, Frin decidió correr más lento, saltar más bajo o más cerca, estirarse lo menos posible y, cada vez que el tipo estuviera mirando a otra parte, hacer una flexión menos. Cuando el tipo lo descubría lo hacía trotar alrededor de la cancha. Frin no decía nada, selevantaba y trotaba. Lento. Desesperadamente lento.
-¡Frin! ¡Seguite haciendo el gracioso y vas a trotar hasta que termine la clase! (gritó el tipo).
Las primeras veces nadie le prestó atención al asunto. Cuando lo volvieron a mandar a dar vueltas a la cancha, Ferraro, el más grande del grado, gritó:
-¡Frin! ¡Corrés como una gallina!
Como el profesor no lo retó, otro hizo una broma.-¡Frin va a competir en las olimpíadas pero de caracoles!
Tampoco le dijo nada. El grupo entendió perfectamente y aprovecharon para burlarse. Pero él seguía a su paso que apenas llegaba a ser trote. Parecía que se iba a caer en cualquier momento, que había sido el único sobreviviente de una explosión o algo así; pero no, era que estaba trotando. Hacia la mitad del año ya nadie le hacía bromas,no porque se hubieran vuelto buenos, sino porque había dejado de ser novedad. Que Frin estuviera haciendo ejercicios con todos, o dando vueltas solo, daba lo mismo.
Iba más despacio que si caminara. El tipo se desesperaba y le gritaba. Entonces Frin sentía que le ganaba. Iba a trotar despacio hasta que al tipo le explote el cerebro como una olla de espaguetis. Una vez le aplicó una sanción.Frin le contestó:
-No es justo, sólo porque no corro como usted quiere (él sabía que no era por eso).
-Me vas a decir a mí lo que es justo o no.
El tipo lo suspendió por dos días. Esa tarde Frin fue a la dirección, pidió una cita. Esperó, esperó. Cuando lo atendieron dijo:
-No quiero dejar de venir a la escuela.
Fue una excelente primera frase, porque en la Dirección se oyencualquier clase de argumentos, Lo olvidé antes de salir; Mañana se lo traigo; Voy a faltar porque mi papá; mi tío; un abuelo; lo que sea, pero nunca nadie va a pedir que lo dejen seguir yendo a la escuela.
-¿Y por qué no vendrías?
-Me suspendieron por no correr rápido.
La Directora llamó al profesor de gimnasia y, delante de él, retó a Frin; pero no fue un verdadero reto. Frin se dio cuentade que se hacía la enojada, pero no estaba realmente enojada. En el fondo, él estaba ganando, porque le hizo prometer que iba a tratar de correr más rápido, cosa a la que Frin dijo que sí, sin mentir. Iba a tratar de correr más rápido, los primeros diez metros, los últimos tres minutos, el año que viene. Había mil maneras de decir que sí, sin mentir ni obedecer. La Directora se sintiósatisfecha y levantó la sanción. El tipo no dijo ni una palabra; pero estaba furioso, él sabía exactamente qué había pasado ahí.
-Hasta luego, profesor (dijo Frin).
El tipo se retiró apenas despidiéndose de la Directora.
* * *
Lo cierto es que a Frin le hubiera encantado ganar en una olimpíada, ¿a quién no? Que ella lo viera ganando. Sólo que él sabía que no era de los mejores, ni...
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