George Marcus. El o los fines de la antropología: del desorden de lo experimental al desorden de lo barroco

En el articulo “El o los fines de la antropología: del desorden de lo experimental al desorden de lo barroco”, el antropólogo estadounidense George Marcus tiene como propósito demostrar que a partir de la crítica a la representación etnográfica formulada en Writing Culture a finales de la década de 1980, en la actualidad han surgido una serie de etnografías barrocas, “indicando quizá un límite ala forma etnográfica histórica y la necesidad de empujar de nuevo el espíritu de lo experimental hacia las condiciones de producir etnografías en el trabajo de campo” (Marcus, : p.27)

Aunque tradicionalmente el método empleado para aprender a hacer etnografía era leer etnografías clásicas, a partir de finales de la década de 1980 “esos clásicos dejaron de ser difundidos por su interéspedagógico, excepto quizá simbólicamente, y fueron los textos desordenados o de la etnografía experimental los que más bien, llamaban la atención por sus aspectos críticos e innovadores” (Ibíd. p. 28). Incluso, Marcus señala que dentro de la cultura estudiantil no sólo se empezó a leer con mayor cuidado a autores como Michael Taussig y se dejó de lado a autores como Bronislaw Malinowski sino que además,estos textos desordenados o etnografías experimentales “circularon durante un tiempo de una forma inflacionista, cambiando de sentido casi cada año, enfatizando los primeros o segundos trabajos de jóvenes investigadores y, muchas veces, definiendo el mercado de la reputación en el que se establecían las carreras seguras” (p. 29)

Si bien esta pauta de circulación e interés que suscitaronen aquel entonces los textos desordenados o etnografías experimentales ha configurado el mercado, la moda, los modelos pedagógicos e incluso la forma de conocimiento de la etnografía actual, Marcus considera que los trabajos que se han hecho veinte años después de la publicación de Writing Culture, si bien sigue siendo desordenados, no son experimentales. Para Marcus, el desorden actual de lasetnografías actuales o ejemplares (ya que todavía estilísticamente llaman la atención por su originalidad) “constituye más bien una sintomatología del estado incierto de la etnografía, que refleja los hábitos o artefactos textuales de las diversas tendencias que emergieron en el análisis y la teoría de la cultura al mismo tiempo que, y tras, el llamado memento de Writing Culture” (29-30).

Marcusdenomina a este estado incierto del género etnográfico como desorden barroco, pues al igual que la palabra portuguesa barroco, es una perla de forma irregular. Y pese a que las denominadas etnografías ejemplares puedan ser llamativas e incluso originales y poderosas, su legado barroco “es una expresión de la devoción a una estética altamente simbólica, a la que a la vez presiona para que incorporesus modos distintivos de ‘estar ahí’, una amalgama de estilos de expresión, tendencias argumentales e intereses de estudio en la labor teórica que representa la energía y los deseos del momento interdisciplinario de la teoría cultural de los pasados años ochenta y noventa, desarrollados dentro de las viejas formas que ésta inspiró”(p.30).

Aunque para Marcus es difícil describir en sutotalidad los síntomas de la etnografía barroca, logra identificar un guión contemporáneo para la etnografía que limita sus curiosidades itinerantes así como su capacidad de encontrarse a sí misma en el trabajo de campo:
1. El relato del trabajo de campo, como ancla de las convenciones antiguas -citas, anécdotas, casos ejemplares-, que define la mise-en-scène de la etnografía.
2. Un ejercicioteórico o nudo que define un cierto tipo de ecología conceptual del tema.
3. Una dimensión de la participación del observante en la cultura pública -una condición de lo contemporáneo, un evento, algo que ya es conocido por el discurso de los medios de comunicación y que resulta actual-.
4. Una tendencia hacia la historia cultural como una reserva de plusvalía de sentido y de materiales...